Cuando era director del Coro de Tabernáculo, Evan Stephens, acababa de terminar de dirigir el coro para una sesión de la Conferencia General y entonces, silenciosamente tomó asiento y se inclinó hacia adelante con inquietud, esperando el mensaje que el Presidente Joseph F. Smith estaba a punto de entregar. Él se emocionó con el discurso del profeta, el cual se refería a la juventud de la Iglesia, a las presiones del mundo que ella enfrenta, y a la importancia de ser leales a las enseñanzas del evangelio.
Al finalizar la reunión, el Hermano Stephens fue a caminar a solas por City Creek Canyon -un pequeño arroyo que pasa por el centro de Salt Lake City- ponderando en su corazón las palabras inspiradas del Presidente. Se sentó “sobre una roca que se mantenía bien firme a la presión del agua que corría intensamente.” La roca le pareció una simbólica analogía de lo que había escuchado esa mañana. De pronto las palabras y la música vinieron a él para convertirse en lo que sería uno de los himnos favoritos de la juventud. Sentado sobre aquella roca, escribió las palabras y la música de “Firmes Creced en la Fe.” Él, como el profeta, amaba a la juventud y mencionó que este himno “era su consejo espiritual para ellos.”
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