(mientras el admin permanece atado a un aeropuerto por culpa del tifon, un articulo muy bueno para recordar en esta semana que se la han pasado algo buenos para discutir. Saludos a todos)

Por FranKo
Durante estos días he estado reflexionando sobre lo que significa el Evangelio, y lo que nuestras autoridades nos han enseñado sobre centrarnos en los principios básicos y buscar de esa manera una mejor comprensión de estos en vez de gastar nuestro tiempo y energías en discusiones muchas veces estériles que no hacen más que excitar nuestro intelecto, pero no lo más importante que es nutrir nuestra alma.
Al respecto he estado leyendo al Presidente Joseph F. Smith y me pareció interesante compartirlo con mis amigos de Cumorah.
EL EVANGELIO ES SENCILLO. Algunos temas son en sí mismos, tal vez, perfectamente inofensivos y cualquier discusión de ellos, breve o extensa, no perjudicaría la fe de nuestros jóvenes. Nos es dicho, por ejemplo, que la teoría de la gravitación universal es una hipótesis, cuando mucho, y que otro tanto sucede con la teoría atómica. Estas teorías ayudan a explicar ciertas cosas de la naturaleza; y si es que finalmente resultan verdaderas, no pueden afectar no pueden afectar mucho la convicción religiosa de nuestros jóvenes. Por otra parte, hay especulaciones que se relacionan con el origen de la vida y la relación que hay entre Dios y sus hijos. La revelación ha definido esa relación en un grado muy limitado, y hasta que recibamos más luz sobre el asunto, nos parece mejor refrenarnos de discutir ciertas teorías filosóficas que destruyen la fe de nuestros jóvenes, más bien que edificarla. Un aspecto muy indeseable de esta filosofía de religión, así llamada, estriba en el hecho de que en cuanto convirtamos nuestra religión en un sistema de filosofía, nadie más que los filósofos podrán entenderla estimarla o disfrutarla. Dios ha hecho su palabra tan sencilla, en su revelación al hombre, que aún el más humilde, sin preparación especial, puede gozar de una fe grande, comprender las enseñanzas del Evangelio y disfrutar tranquilamente de sus convicciones religiosas. Por tal razón nos oponemos a la discusión de ciertas teorías filosóficas en nuestras instrucciones religiosas.
NUESTRO CONOCIMIENTO ESTÁ LIMITADO. Nuestros métodos de teorizar y razonar en cuanto a las cosas de Dios a menudo podrá ser inofensivo; pero si nos apartamos de la sencillez de la palabra de Dios a un espíritu de racionalismo, nos convertimos en víctimas de la vanidad, lo cual pone en peligro el espíritu verdadero de adoración en el corazón humano. No es fácil que los hombre abandonen sus vanidades, dominen sus ideas preconcebidas y se entreguen de todo corazón a la voluntad de Dios, que siempre es superior a la suya. Los peligros de las teorías religiosas son tan grandes hoy como lo fueron en los días de Cristo, y si queremos evitar estos peligros debemos adherirnos a la sencillez de nuestras creencias y prácticas religiosas. Cuando los hombres y mujeres se dan cuenta de que están entrando en aguas profundas donde sus pasos no son seguros, deben retroceder, porque pueden tener la certeza de que el camino que están siguiendo los alejará más y más de sus fundamentos, los cuales no siempre son fáciles de recuperar. La religión del corazón, la comunión sin afectación y sencilla que debemos tener con Dios, es el salvaguarda más importante de los Santos de los Últimos días. No se menoscaba nuestra inteligencia o nuestra integridad cuando decimos francamente, frente a una centena de preguntas especulativas, “yo no sé”.Una cosa es cierta, y es que Dios ha revelado a nuestro entendimiento lo suficiente para nuestra exaltación y nuestra felicidad. Utilicen, pues, los santos lo que ya tienen; sean sencillos y sin afectación en cuanto a su religión, tanto en sus pensamientos como en sus palabras, y no será fácil que se desorienten y queden sujetos a las vanas filosofías del hombre.
SE RECIBEN BENDICIONES POR AMAR LA VERDAD. Si amáis la verdad, si habéis recibido el Evangelio en vuestro corazón, y lo amáis, vuestra inteligencia aumentará, vuestro entendimiento de la verdad se ensanchará y se desarrollará más que de cualquier otra manera. La verdad es, sobre todas las demás cosas del mundo, aquellos que hace libres a los hombres, libres de la indolencia y del descuido, libres de las espantosas consecuencias de la negligencia, porque será una consecuencia temible si desatendemos nuestro deber ante el Dios viviente. Si aprendéis la verdad y camináis en la luz de la verdad, quedaréis libres de los errores de los hombres y de artimañas; estaréis por encima de toda sospecha y actos impropios de cualquier especie. Dios os aprobará y os bendecirá a vosotros y a vuestras herencias, y os hará prosperar y florecer como un árbol de laurel.
(Doctrina del Evangelio, Joseph F. Smith, pp. 8-10)
Conclusión:
Entiendo que como miembros pasamos por etapas. La primera vez que parece que comprendemos de que se trata el Evangelio, nos invade un hambre inmensa por aprender y leer todo lo que podamos sobre el Evangelio, personalmente en mi edad de la adolescencia, me leí todo libro que había en español que hubiese en el Centro de Distribución y el que pudiera conseguir por uno u otro lado, sin duda aprendí mucho de ello en especial a sacar conclusiones y ver los razonamientos de nuestras autoridades de la Iglesia sobre uno u otro punto doctrinal. En ese momento no era capaz de diferenciar lo que era doctrina de lo que eran opiniones de los profetas y las autoridades y con mucha frecuencia, participaba en las clases dominicales con comentarios demasiado específicos y aunque no controversiales, hoy al recordarlos sólo muevo la cabeza con un poco de risa. Tanto me gustaba leer libros de la Iglesia que en los viajes a la Universidad en micro aprovechaba para leer sobre esto.
Mientras servía la misión me di cuenta rápidamente que el Evangelio se basa en la Expiación y los cuatro principios básicos del Evangelio, me di cuenta como estos principios eran capaces de cambiar mi vida y la de mis investigadores de una manera mucho más eficaz que de cualquier otra forma, me volví un “adicto” a sentir la influencia del Espíritu en mi vida, me di cuenta que esto lo lograba cuando leía las escrituras y vivía de acuerdo a ellas, de alguna forma sentía como que Dios hablaba a mi corazón, me sentía con energía para realizar la obra misional y un mayor deseo por cambiar mis debilidades para ser más puro y digno de las bendiciones del Señor. Además, notaba como al enseñar ese poder me permitía llegar al corazón de mis hermanos, invitarlos a seguir a Cristo y transmitirles esa necesidad de ser guiados por Dios en sus vidas.
Hoy ya con casi treinta años, casado y con 2 hijos, claramente no tengo tanto tiempo para dedicar a leer las escrituras por mis responsabilidades del trabajo, los hijos, la esposa, la iglesia, etc. Sin duda hay muchas cosas en las que necesito mejorar, tengo al igual que todos muchas debilidades, sin embargo me doy cuenta que al esforzarme por leer las escrituras, al orar, al servir en la Iglesia, tengo la espiritualidad suficiente para enfrentar la vida al menos dignamente. Ese es el paso siguiente creo yo, una vez que comenzamos a experimentar con la cosas del espíritu, comenzamos a discernir aquellas fuentes que nos entregan mayores réditos.
Al decir todo esto quiero compartir lo que he logrado comprender en lo que llevo de experiencia, ocupemos nuestro valioso tiempo estudiando y comprendiendo aquellas cosas que realmente nos nutran, aquellas que nos acercan a Dios, a su Espíritu.
Es maravilloso cuando leemos las escrituras o los manuales de la Iglesia y esas enseñanzas penetran en nuestro corazón invitándonos a realizar una acción, a ponernos metas y mejorar. Cuando experimento eso me vale mucho más que todo el razonamiento que pueda utilizar para debatir, interpretar o filosofar. Después de todo si pasamos por esta vida dignamente llegará el momento en que el Señor nos explicará en detalle aquellos puntos en los cuales podemos perder toda nuestra vida filosofando.
En mi llamamiento como líder dentro del Sacerdocio, he aprendido lo mismo, el propósito de las reuniones es desarrollar esa comunión con Dios, a mis hermanos siempre les enseño lo mismo, es fundamental que durante ese tiempo en que estamos adorando sintamos la influencia del Espíritu, que no perdamos tiempo filosofando o hablando de temas que no edifican a nadie, el tiempo que pasamos en la Iglesia es consagrado a la adoración, al servicio, a compartir experiencias espirituales y a deleitarnos del hermoso festín que el Señor tiene para nosotros.
Ultimos Comentarios