Provengo de una familia bastante pobre, con mucho esfuerzo mis padres me han apoyado en todos los pasos que he dado en la vida, seguramente porque muy pocas veces por mis acciones les ha hecho sentir como que han fracasado en su calidad de padres, o rara vez se han tenido que preocupar excesivamente por mi rendimiento académico y otros quehaceres de la vida, soy creo la típica persona que me pongan donde me pongan, siempre me esforzaré por hacer lo que hay que hacer de una forma responsable y tratando de ser feliz en el intento.
Desde pequeño mostré cierta inclinación por el estudio, por el sentido de la sana competencia, por esas cosas de la vida comencé la escuela (el prekinder) un año antes y por ello siempre a pesar de ser generalmente más pequeño de entre mis pares he querido demostrar que no soy un desvalido, a pesar de ser el más flaquito y casi el más chiquitito de todos mis compañeros lo cual se notaba principalmente en mis años de educación básica.
Al contrario me esforzaba para que en todas las asignaturas incluso entre las deportivas me encontrara entre los mejores de  cada nivel en el que participé…en el colegio siempre fue mi sueño estar en la selección de fútbol de mi colegio, era el más entusiasta de todos, pero nunca pude participar, fue algo así como mi sueño frustrado, aunque los acompañaba a todos los partidos como si fuera parte de ese grupo….en fin, siempre he sido demasiado entusiasta con lo que me gusta.
Cuando estaba alrededor de 7° Básico tenía un compañero muy grande y gordo que me pegaba algunas veces algo bruscamente, y otras no tanto. Físicamente era mucho más grande que yo así es que no podía defenderme apropiadamente pero tomé una decisión de la que no me arrepiento… “…él es más fuerte que yo y creo que eso no lo puedo cambiar, pero yo puedo ser más inteligente que él…”, ahora tenía una razón “de peso” para esforzarme un poco más, y comencé a trabajar en serio, por aprender y desarrollarme en las materias y responsabilidades que tenía…
Siempre me preocupé de que mis notas fueran buenas, de estar en el grupo de los más avanzados, a pesar de las limitaciones que tenía, económicas y demás, ponía mucha atención en clases, de hecho toda la atención que pudiera mostrar, sin embargo nunca tuve el primer lugar al menos en la básica…
Mi familia es miembro de la iglesia desde que tengo alrededor de tres años, sin embargo por algunos problemas entre mis padres se inactivaron y claramente también dejé de asistir desde que yo tenía 12 años hasta los 15 ó 16, es decir no pude participar plenamente de los programas de los HHJJ y de la Iglesia, en una parte de la vida que es muy importante tener esta formación…
Tuve la oportunidad de estudiar en un Liceo Fiscal, que personalmente lo encuentro el mejor de mi ciudad, incluso mejor que muchos colegios particulares subvencionados que conozco, mis padres no tenían dinero para costearme algo mejor, pero probó ser lo mejor que yo podía tener. Al igual que cuando era más niño me esforzé por demostrar que era capaz, estudiaba mucho, con la misma técnica, poner mucha atención en clases, hacer las tareas y esforzarme por rendir buenas pruebas, en conjunto con dos compañeros en un año recuerdo que hicimos una competencia sana por quién podía lograr mas sietes en las pruebas, pero no la gané…ni tampoco fui el mejor ni en 1° medio ni en 2° medio.
En 3° medio hicieron una mezcla extraña y juntaron dos buenos cursos, entre los cuales estaba mi buen amigo de infancia, autor de esta página y miembro de la Iglesia. Me sentaba en el primer puesto y de alguna manera estaba obligándome a poner atención para mantener ese promesa que me hice cuando pequeño, creo que esa es una buena clave para tener buenas notas….algunos otros amigos de la infancia en la Iglesia me comenzaron a invitar, ya a mitad del año a participar de un campeonato de Baby-Fútbol en la Iglesia con los jóvenes, creo que cuando se habla de fútbol nadie se hace rogar y comencé a participar, claro que los domingo no iba, sólo a participar de la competencia…ese primer año nos fue más o menos, creo que llegamos a una instancia final, pero después de eso no fui a la Iglesia y ese año no fui ningún domingo….
Paso el año y comenzó el otro, ya de nuevo comenzamos a conversar mas fluido con mi buen amigo, seguramente yo estaba reticente a hablar mucho con él pues me iba a empezar a hablar de la Iglesia y esas cosas, no sé si me invitó, yo creo que si, pero no estaba dentro de mis intereses, pero comenzó nuevamente el campeonato de Baby-fútbol y entonces comencé a participar de los partidos y todo…teníamos un gran equipo y hasta salimos campeones. Por fin estaba en una selección de fútbol y eso era importante para mí, sobre todo cuando salimos campeones.
Ya no me quedaba otra que ir los domingos, por último para celebrar con los otros jóvenes y hablar de nuestros triunfos y cosas que ya eran algo más en común. Fui el primer domingo y el siguiente y el siguiente… Creo que allí me comencé a tomar en serio lo de la Iglesia, a leer más el Libro de Mormón y esas cosas.
Por el otro lado ya en cuarto medio me había puesto la meta de lograr el primer lugar en el Liceo ya que jamás lo había logrado, era ahora o nunca, redoblé mis esfuerzos, incluso al comienzo de ese año tomé tiempo de mis vacaciones de verano para estudiar matemáticas…lo cual tuvo su resultado, promedios que rayaban cerca del 7 en ambas matemáticas y en Física otro tanto.
Creo que sin duda fue una bendición de Dios, comencé a hacer las oraciones y leer las Escrituras mas seguido y asistir a la iglesia los domingos y realizar las tareas que me asignaban en la Iglesia, al fin del año había logrado hitos que nunca antes había obtenido:
El primer lugar de mi curso, campeón de Ajedrez de mi Liceo y puntajes en la PAA en matemáticas que rayaron casi en los 800 puntos.
Desde entonces comprendí que con la ayuda de Dios todo lo que podamos lograr se ve multiplicado y fortalecido, como bendición adicional mis padres comenzaron otra vez a asistir a la Iglesia y participar activamente…me sentía totalmente feliz, en la forma en que el Señor tocaba mi vida…
Al año siguiente con 17 años entré a la Universidad, una carrera de alta exigencia con mi buen amigo con el que ya compartíamos plenamente aún en los temas de la Iglesia.
Me inscribí en Instituto pues al no haber tenido una formación de seminario, era necesaria para entender mejor acerca del Evangelio, en mis estudios me iba excelente, estaba viviendo un sueño hecho realidad.
A fin de año mi padre me confirió el Sacerdocio Mayor, este año fue un año maravilloso para mí, tanto en mis estudios como en la Iglesia, pero asomaba un fantasma, la misión…
¿Cómo iba a dejar mis estudios, mis sueños, la única esperanza de lograr dar ese salto a una vida profesional, etc, por hacer una misión arriesgando todo lo que había logrado con tanto esfuerzo?…
El proceso de internalización duró algunos años, mientras tanto seguía participando en Instituto y manteniendo un rendimiento aceptable en la Universidad…pasaron los 18, los 19, los 20 años…
Un día, ya estaba cursando mi cuarto año universitario, había llegado a la Universidad muy temprano, alrededor de las 7:15 de la mañana, como de costumbre cuando llegaba temprano en la soledad de la sala abría mis escrituras y leía algunas partes del Libro de Mormón…y mientras meditaba sentí un pensamiento que me atravesó la mente, no sé si una voz, no sé pero que me decía algo así: ¿qué estás haciendo aquí? ¿Por qué no estás predicando mi Evangelio?
En ese momento parece como que un fuego haya encendido mi alma y emocionado hasta las lágrimas hice el compromiso de que haría sí o sí la misión y saldría ese fin de año. Ya algo tenía pensado al respecto pero no muy claramente. Esa semana hablé con mi Obispo y abrimos la carpeta misional, Conversé con mis padres, ellos respiraron hondo y también aceptaron el desafío… “…el hijo se va a la misión…”.
Se hicieron los exámenes, se enviaron los papeles, hasta me gradué de Instituto (ya que no había sido seminarista, era una meta similar), y llegó la carta de aceptación…debía esta el 19 de febrero de 1999 en B. Aires en el CCM.
Había que finiquitar los asuntos de la U, pero quedé con un examen de repetición para marzo del 1999. No hubo que pensar nada dejé la asignatura y me fui a la misión.
Fue sin duda una de las épocas de mayor progreso espiritual en mi vida. Trabajé incansablemente aplicando todos los dones que el Señor me había dado al servicio de la Obra y en ello alcance un gozo tremendo ayudando a mis hermanos a conocer a Cristo.
De vuelta a casa y estudiar de nuevo, a fin de año me casé, y el fin de mi carrera se hizo un poco más largo de lo planeado…al terminar fue un logro familiar junto a mi esposa y mi primera hija…dentro de mi felicidad había un dejo de nostalgia, puesto que dentro de mis sueños estaba el poder realizar estudios más especializados, pero con una familia a cuestas, después de haber perdido algunas asignaturas, demorando demasiado ya no podía calificar para ello y con  una condición económica muy básica…se quedaba sólo en eso….un sueño.
Aquí viene lo maravilloso y el gran amor de nuestro Padre Celestial al escuchar mis sentimientos, yo no rogaba por esa oportunidad sino más bien quería tener un trabajo urgentemente para mantener a mi familia, ojalá que me permitiera estar cerca de mi familia, un trabajo de lunes a viernes donde pudiera servir en la Iglesia y asistir juntos y vivir de una forma modesta y honorable para criar a nuestros hijos dentro del Evangelio, pero finalmente lo que sea, cuando hay hijos y esposa embarazada (de mi segundo hijo) hay necesidades y hay que cubrirlas si o si, verán que con una familia a cuestas uno no se puede regodear con oportunidades sino aceptar la que venga y así…
Ese era un tema común con mi esposa y seguramente nuestra hija escuchaba nuestras conversaciones y anhelos…un día mi hija hizo la oración familiar, fue un domingo por lo que recuerdo, y le escuchamos a nuestro angelito decir “…que bendigas a mi papá para que encuentre un trabajo…”. Lagrimas saltaron de nuestros ojos y nos abrazamos confiando en que Dios la escuchara, emocionados, allí estábamos los tres y medio…
El día miércoles ya estaba trabajando en una empresa calculista…con un sueldo básico, pero trabajando…eso para nosotros era más que suficiente, sin embargo…
No pasaron ni dos meses cuando recibo un mail de un profesor de la Universidad, del programa de doctorado en el que había dejado unos papeles, por si acaso, que  durante el año anterior, no con mucha esperanza por mis antecedentes académicos, si es que había un remota oportunidad, entre todos los currículums que envié a todas las empresas de la zona.…donde me invitaba a conversar con él pues había una oferta concreta con una beca completa que pagaba mis estudios y me daba un sueldo fijo también básico para estudiar por 4 años…lo conversé con mi esposa y vimos que era la respuesta a nuestra oraciones, ella sabía que ese era un sueño que yo tenía desde que nos conocimos antes de la misión, por tanto ella respiro hondo y me dijo: “…ese es tu sueño no puedo decirte que no…” y nos embarcamos nuevamente a una nueva etapa de cuadernos, libros, apuntes, computador,desorden de papeles, etc…ya van 2 años y medio en que estamos embarcados…
Junto a mi familia somos felices, es un trabajo honorable, lo suficiente para vivir con modestia, no tenemos muchas cosas, ni siquiera una casa, vamos a la Iglesia como familia, realizamos muchas actividades familiares, disfrutamos de nuestras noches de hogar, de leer las escrituras como familia, vivo a 10 minutos caminado hasta mi trabajo, a veces es de lunes a sábado, aunque en general trato que sea de lunes a viernes, mi esposa tiene una responsabilidad en la Iglesia en la primaria, donde aprovecha de estar con los niños y yo hace poco recibí un llamamiento, que para mí es lo de mayor responsabilidad que jamás haya recibido, sólo comparable a ser misionero, del cual yo creo que no estoy preparado y cuando pienso me digo, la única manera de tener éxito es estando cerca del Señor, escuchar su voz y trabajando con toda mi energía en su Obra.
El final de la historia no está escrito, pues todavía quedan muchas cosas por vivir…
Pero tengo la confianza de que así como Dios ha guiado de una forma tan personal mi vida, si me esfuerzo por hacer su voluntad con todas mis fuerzas, el me irá dando lo necesario, para dar el próximo paso. Al parecer al vivir la vida de esta forma tenemos que hacer todo lo posible para dar el siguiente paso de fe, aparentemente los pasos son cada vez más grandes, pero el gozo es cada vez mayor.
Ya no compito para mostrar que soy capaz, he aprendido la lección, yo soy capaz solamente cuando tengo la ayuda del Señor.