Bueno, hemos llegado a la etapa final de mi viaje. En el capitulo anterior tomé la decisión de seguir estudiando. Brent no estaba contento, por decir lo menos. Me dijo que era hora de tomar una decisión, o era él o era el mormonismo, porque nuestro matrimonio no podía permanecer en su forma actual. Yo estaba enojada. Le dije una y otra vez que ni siquiera sería capaz de unirme a la iglesia mormona sin su permiso. Yo no estaba pidiendo ser miembro, yo sólo quería saber que era lo que debía creer. Evidentemente que se negó a permitirme seguir estudiando. Siempre fui sumisa a el durante todo nuestro matrimonio, incluso fui obediente cuando me decía lo que se me permitía ver o lo que podía comer. Esta era la única vez que yo necesitaba desobedecerle por el bien de mi conciencia y mi bienestar por lo decidí que no podía seguir viviendo así.
Nos pusimos de acuerdo en cuanto a nuestro divorcio. Yo estaba en un dilema porque el divorcio está prohibido en nuestra iglesia, sin embargo iba ser excomulgada de todos modos.
Poco después de nuestro acuerdo mi excomunión se hizo pública. En mi antigua iglesia el proceso de excomunión finaliza en frente de toda la congregación. El pastor se pasó unos veinte minutos hablando de mí, diciéndole a la congregación que estaba bajo la influencia de un hombre Mormón y que había abandonado a mi familia. Se les dijo que los ancianos habían mostrado su amor y habían me orado por mi regreso, pero que me había negado. Sus instrucciones eran que ahora me debían tratar como a un incrédulo. Cualquier comunicación que tuvieron conmigo debería ser sólo para llamarme al arrepentimiento. Estaba condenada al ostracismo.
Mi estudio llegó a tomar una nueva intensidad. Estaba preocupada que tal si en realidad era una religión falsa y yo permití que mi vida se haya desmoronado por ella. Necesitaba saber ahora, mas que nunca, si era verdad. Había leído un montón de material. No sólo El Libro de Mormón, sino también leí “Los artículos de la fe”, “Jesús el Cristo”, “La Apostasía inevitable” (probablemente el libro más útil para mí), y un sin número de conversaciones con mi amiga Vicky quien me trataba de ayudar a responder preguntas..
Fue durante una de esas conversaciones que experimenté por primera vez lo que ahora entendemos como ese “ardor en el pecho”. A menudo me sentía frustrada durante mis conversaciones con los misioneros cuando me preguntaban cosas como, “¿Cómo se siente?” Me quedaba pensando, “A quién le importa cómo me siento al respecto? Todo lo que importa es si es cierto. Se me ocurrí que sonaba maravilloso, pero eso no significaba que fuera verdad.” Estaba tan frustrada. Además, vengo de un fondo doctrinal donde los sentimientos son un tabú. El discernimiento se hace estrictamente a través de las Escrituras. Si la Biblia lo dice es que es cierto. Los sentimientos no pueden confirmar nada. Afirmar tener el Espíritu era algo completamente extraño para mí. Poco a poco, el Señor me ayudó a entender. Aunque la revelación es algo que yo vengo aprendiendo se que será un proceso de toda la vida
Una de las primeras cosas que me ayudaron ocurrió al leer una de las conversaciones que mi amiga Vicky me envió por correo electrónico. Ni siquiera recuerdo el tema de la misma. Todo lo que recuerdo es que estando en mi computadora, leyendo esa charla sentí un ardor que me quemaba todo el pecho de una manera que nunca olvidaré. Fue una sensación hermosa, y hasta en la última parte de mí sentí como el Espíritu, o algo así, confirmaba cada una de las palabras de esa charla. El tema no era doctrina nueva para mí. Todos los de mi antigua iglesia hubieran estado de acuerdo con ello. Sin embargo, la experiencia si era nueva para mí, y fue el comienzo de mi aprendizaje de lo que significa tener la compañía del Espíritu Santo con uno.
La segunda cosa importante para mí fue leer ‘La Apostasía inevitable” de Tad Callister. ( Si usted nunca ha leído ese libro, se lo recomiendo). Sabía que había un tema obvio en relación con el mormonismo en el cual aún no había tenido algún tipo de guía y esto era sobre el tema de la exaltación y la divinidad. Traté de hacerle frente en la primera noche que hablé con Neil acerca de su fe. Le pregunté si él creía que sería un Dios. Él no respondió mi pregunta (no hay sorpresa en esto). En su lugar, me preguntó qué pasaría si yo le pedía a Dillon que aprendiera a tocar el concierto para piano mas difícil de Tchaikovsky. Me dijo que sería muy desalentador para él. Neil dijo que es lo que pasaría si trataba de entender la doctrina profunda, antes de entender lo básico. Para ser honesta, no estaba convencida. Pensé que estaba evitando responderme. Pero, yo conocía a Neil lo suficientemente bien como para saber que si no quería tratar con algo, no tenía sentido seguir intentándolo. Así que lo dejé por la paz..
Sin embargo, en privado, yo sabía que era un tema que tendría que ser abordado antes de que pudiera tomar una decisión sobre el mormonismo. Mientras tanto, como yo estaba orando y estudiando, me di cuenta de que tendía a leer las Escrituras a través del lente de las interpretaciones teológicas que me habían enseñado y que había desarrollado personalmente. Todos tenemos inclinaciones y prejuicios que afectan al modo en que interpretamos las cosas, incluso nuestras Escrituras. Así, comencé a hacer un esfuerzo muy consciente para volver a leer mis escrituras con un pizarrón en blanco. Traté de fingir que no tenía conocimiento de teología o de fondo y que recién me acercaba a las Escrituras. Me quedé sorprendida por la diferencia en la comprensión que puede uno tener si uno toma sus escrituras sin filtrarlo por su tendencia o preferencia doctrinal. Eso me preparó para lo que estaba a punto de aprender.
Estaba sentada en mi sofá leyendo el libro de Tad Callister, cuando llegué a un capítulo que hablaba sobre la deificación ( Nota del Traductor. deificación: que el hombre puede ser como Dios). ¡Fue increíble! Él hizo un gran trabajo que le llevará a través de las Escrituras y a los escritos de los padres de la Iglesia anteriores a Nicea en forma clara ( N.T. Se refiere a los llamados “padres de la iglesia” que existieron antes del concilio de Nicea en el año 325 dC). Se abrió ante mi la doctrina que nunca había entendido antes. También aprendí que tal doctrina no es la misma que lo que nos enseñan en la literatura anti-mormona. Sin embargo, seguía siendo, de una forma bastante diferente de lo que había aprendido antes. Como yo estaba sentada allí, de repente me dije voz alta: “Yo creo esto.” Y entonces pensé, “Oh, no! Yo creo esto.” Yo sabía que no había vuelta atrás. Tenía que seguir adelante y ver si todo era verdad.
Durante todo este tiempo, me sentí como si estuviera en uno de los paseos más temibles de la montaña rusa de mi vida. Me gustaba leer y estudiar las Escrituras y otros libros y realmente sentía que las cosas eran ciertas. Además, me enamoré de la propia fe. Es tan hermosa, tan celestial. Así que allí iba a la montaña, sintiendo tensión todo el tiempo entre los dos sistemas de creencias. Entonces, tenía una conversación de cinco minutos con mi marido y se venía en picada todo hacia abajo. Estaba aterrorizada de que él tuviera la razón y yo estuviera cayendo en un diabólico engaño concebido inteligentemente. Estaba atrapada entre la creencia y el miedo.
Si Brent estaba en lo cierto y yo creía en el mormonismo, estaría condenada a una eternidad en el infierno.
Si Neil y Vicki tenían razón y yo no creía en el mormonismo yo no conocería u obedecería a Dios como Él quería que nosotros lo conociéramos y obedeciéramos. Yo estaba siendo vencida por el miedo en ambas direcciones. Y en ese estado estaba cuando mi marido se fue.
Por primera vez en más de dieciocho años, yo estaba sola. Y me sentí así también. Estaba asustada. No tenía ningún medio de apoyo, cuatro hijos a quienes amaba más que la vida misma, y no tenía ni idea de cual creencia era verdadera. Pienso que si hubiera tenido una idea de quien era Dios realmente ello me habría ayudado. Al menos me habría dado alguna dirección de en donde poner mi confianza. En aquel momento yo no estaba segura en quien confiar. Durante tres años había orado y había estudiado fielmente. Los misioneros me habían asegurado que si oraba sinceramente, Dios me diría que era verdad. No podía entender por qué Él no me contestaba. Yo era sincera tanto como le era posible a cualquier humano serlo. ¿Había algo mal en mi? ¿No estaba lo suficientemente bien? ¿Estaría cometiendo algún pecado inconsciente lo cual le impedía contestarme? No tenía ninguna respuesta, y realmente necesitaba una urgentemente.
Todavía recuerdo mi primer fin de semana sin mis hijos. Nunca antes había estado sin ellos por algún período de tiempo significativo. En los dieciocho años de nuestro matrimonio, Brent (mi ex) y yo habíamos estado el uno sin el otro un total de cuatro ocasiones muy cortas. El periodo de tiempo más largo que yo había estado lejos de cualquiera de mis niños eran las veces que estaba en el trabajo.
Pasé el fin de semana entero llorando. No quería estar sola, pero no tenía ninguna amistad que visitar. Neil no es del tipo de personas que sabe consolar y Vicki tenía obligaciones familiares ese fin de semana. Por casualidad, era el mismo fin de semana de la Conferencia General. Realmente traté de mirar algunos discursos en mi computadora, pero siempre terminaba por seguir llorando tanto que no podía ver u oír nada. Recuerdo varios de los discursos que trataron sobre las pruebas, pero estaba teniendo problemas para aplicarlas por alguna razón. Para ser completamente honesta, todavía tenía miedo de haber tomado una decisión incorrecta pero rechazaba rendirme. ¿Qué tal se el Mormonismo no era verdadero y había sacrificado todo por nada?
Pronto comencé a recibir cartas de los miembros de mi antigua iglesia. Todas me llamaban al arrepentimiento, y me decían que estaba conduciendo a mis niños al sendero del diablo. Era muy frustrante. Ninguna persona estaba dispuesta a oír mi versión de la historia. Ellos creían que sabían toda la información que necesitaban con el simple anuncio de mi excomunión en la iglesia. Cuando busqué a los miembros de mi antigua iglesia en nadie me hacía caso, o solo me hablaban de que me arrepintiera. Incluso la mujer que había sido mi mejor amiga durante bastantes años, fingió que no me había visto cuando de nos encontramos de improviso. Esto me enfurecía, pero ya tenía demasiado sobre mi como para fijarme en su comportamiento.
El siguiente pensamiento me causó un gran pánico. ¿Cómo iba a mantenerme a mi misma y a mi familia? No tenía una carrera universitaria. Cuando me casé con Brent ambos íbamos a la universidad. Brent, sin embargo, sugirió que sólo uno de nosotros fuera a la vez. Nuestro acuerdo era que él terminaría primero, dado que él sería la cabeza de familia. Luego cuando el terminara, yo podría seguir estudiando. Estuve de acuerdo porque en ese entonces me pareció un acuerdo sensato. El problema fue a él le tomó diecisiete años terminarla incluyendo su maestría y su tesis. Por consiguiente, nunca conseguí volver. Sin embargo, no había NADA más importante para mí que mis hijos. No quise dejar de criarlos y educarlos. Tuve que encontrar una forma de ganar dinero y aun ser madre.
Para incrementar mi angustia, todos mis alumnos de matemáticas pertenecían a mi antigua iglesia, a excepción de una familia. Y todos ellos abandonaron mis clases. Me acuerdo que hablé con la madre de uno de ellos en mi desesperación, pidiéndole que le permitiera a su hijo seguir en mi clase. Yo no enseñaba religión; yo enseñaba matemáticas. Ella rotundamente me rechazó, aduciendo que de ninguna manera dejaría el estudio de sus hijos bajo mí tutela ahora que yo era mormona. Le recordé yo no era mormona que solamente sentía que tenía derecho de estudiarlo y de examinar mis creencias. Ella me dijo que yo carecía de carácter y que esta sería la última vez que supiera de ella. Yo tenía miedo y coraje a la vez. Aun con frustración tuve valor para preguntarle si iba a permitir que mis hijos pasaran hambre solamente porque ella no estaba de acuerdo con mi teología. Colgó
Su actitud no era rara. Escuché de los padres las mismas cosas repetidas veces. Ellos sintieron que yo no sería una buena influencia para sus hijos. Para acabarla el director general de una de las dos revistas en las que escribía cada mes era un antiguo miembro de mi antigua iglesia. Pensé que como él era un antiguo miembro, no habría ningún problema, pero una vez que el asunto de mi excomunión llegó a sus oídos, de repente no había más artículos disponibles para mí. Le llamé y le pregunté si podía hacer ventas de publicidad de forma voluntaria y una vez concretadas me daba una comisión directa. Esto no le costaría nada. Él rechazó aún eso.
Pasaba casi cada minuto del día tratando de encontrar formas de ganar dinero pero no tenía mucho éxito. En algún punto un par de cosas fueron un respiro para mi. La otra revista para la que escribía también empezó a ser dirigida por una mujer de mi antigua iglesia, pero ella fue amable y considerada conmigo. Ella decidió respetarme en mi posición. Esto representó al menos algún ingreso. También un conocido que era dueño de un estudio de grabación estuvo de acuerdo con dejarme hacer algunos trabajos por él Con aquellas dos cosas y aun metiendo solicitudes en otras revistas fui capaz de salir adelante. Aunque necesitamos vales de comida del gobierno temporalmente pero así sobrevivimos.
Con esa ayuda comencé a relajarme, ahora podría centrar mi atención en saber si esta iglesia realmente era verdadera o era una puerta segura hacia el infierno. Decidí que era hora de dar el siguiente paso. Iba a asistir a un servicio en la iglesia mormona. Tomé todas las precauciones con mis hijos así que esperé hasta el siguiente fin de semana en que ellos iban a estar con su padre.
Yo estaba temblando como una hoja aquella primer mañana de domingo. Yo no conocía a nadie (Vicki y Neil asistían a un barrio en una ciudad diferente) y nadie me conocía a mi. Nunca se me ocurrió llamar a aquel obispo que se había puesto en contacto con Neil hacía muchos meses. Cuando entré en la capilla me senté en silencio sola y miré alrededor a la gente.
Había ahí una mujer en particular, Lanniece Lewis, que tenía la sonrisa más radiante. Viéndola a ella me tranquilicé un poco. Pasé todo el servicio sacramental en oración, rogándole a Dios no sólo a que me ayudara a saber lo que era verdad, sino que me ayudara a saber cómo guiar a mi familia correctamente y proveer sustento para ellos. (Las cosas se me habían salido un poco de control con los niños mientras estaba tratando de encontrar trabajo). Estaba muy preocupada.
El siguiente recuerdo importante de ese día fue en la Sociedad de Socorro. Mi agitación era cada vez peor, y me sentí muy sola. Una cosa que recuerdo muy claramente fue el himno de práctica. Cantaron “Permanece en mi alma.” Nunca había oído ese himno antes, pero mi corazón casi se salía de mi pecho cuando cantaron la línea: “Deja que Dios te guíe y te provea“. Eso era exactamente por lo que yo había estado orando esa misma mañana. Me hizo sentir como si Dios estaba escuchando a mis oraciones. Tal vez incluso aunque no supiera si la iglesia era verdadera..
La lección terminó sobre José Smith y las pruebas y tribulaciones que atravesó cuando le dijo a la gente acerca de su nueva fe. Las lágrimas comenzaron a fluir por mi rostro sin control cuando se habló de la lucha de José. Había algo en su confianza inquebrantable que yo anhelaba tener. Quería que esta iglesia fuera verdadera. Pensaba que era hermosa, pero no podía unirme a una iglesia solo porque pensaba eso. Yo tenía que saber que era lo que Dios quería que hiciera. Yo buscaba su confianza..
Cada vez se hacía mas obvio en mi (para mi gran consternación), como mis sollozos aumentaban..No podía detener las lágrimas. Quise que la tierra se abriera y me tragara. Estaba en un aprieto. La maestra siguió observándome con compasión y yo simplemente no sabía que hacer. Finalmente, levanté mi mano. Le dije a las mujeres ahí presentes que tenia un gran deseo de saber si la iglesia era verdadera. Antes de darme cuenta, todo el miedo y la agonía fue saliendo de mi boca. Yo les conté todo. Les dije que tenía miedo. Quería saber, si yo iba a sacrificar todo, si aquello era lo correcto y no un engaño.
Las damas fueron muy amables. Muchas de ellas se acercaron a abrazarme y decirme por qué sabían de la iglesia ser verdadera. Incluso si mi testimonio no llegó a ser seguro como resultado de sus palabras, por lo menos aquello fue reconfortante. Me fui a casa renovada en mis esfuerzos. Comencé a estudiar con gran vigor y comencé a reunirse con los misioneros. Llegaban al menos una vez a la semana respondían a las preguntas y cenaban con nosotros.
Con mi marido ausente, no había nadie diciéndome diariamente que el mormonismo era un engaño Satánico. Gradualmente, mi miedo comenzó a disminuir así se abrió mi capacidad de sentir la seguridad del Espíritu. Nos dicen todo el tiempo que el miedo y la fe no pueden coexistir, pero es tan difícil de deshacerse del miedo a veces. Al menos para mí. Comencé el tiempo en que tenía que ser bautizada, pero tenía miedo de que yo no pudiera sin la seguridad del 100%. Una noche después de cenar, el Elder Bird me miró y dijo: “Annmarie, ¿por qué no ha sido bautizada aun?” Yo le respondí que no quería ofender a Dios. Pensé que sería una hipócrita si era bautizada sin tener certeza del 100% y la debida comprensión.
El Elder Bird contestó, “Annmarie, soy un representante de Dios y puedo asegurarle totalmente que Dios no estará enojado con usted si se bautiza.” Él entonces me dijo que él sintió que debía leerme un versículo. Buscando Éter 12:6, leyó:
“Y ahora yo, Moroni, quisiera hablar algo concerniente a estas cosas. Quisiera mostrar al mundo que la fe es las cosas que se esperan y no se ven; por tanto, no contendáis porque no veis, porque no recibís ningún testimonio sino hasta después de la prueba de vuestra fe.”.
Al principio me abatí, “hasta después de la prueba de vuestra fe “. ¿No era esta una gran prueba? ¿Debía hacer más antes de que yo pudiera recibiera un remoto testimonio? Entonces, de repente, me di cuenta. El problema conmigo no es tener 100% de conocimiento. Soy el tipo de persona que quiere toda la información. Quiero estudiar todo lo que fuera antes de tiempo. Yo nunca iría a una prueba sin preparación, y que podría ser más importante que la eternidad?
Para mí, el problema era ir hacia adelante sin todas las piezas del rompecabezas juntas. Se me ocurrió, que yo estaba haciendo con el mormonismo lo que nunca habría hecho a la Biblia. No tenía que conocer todos los versículos de la Biblia para creer que era verdad. Yo creía que la Biblia era verdadera, porque algo me decía que lo era. Lo mismo podría ser cierto con el Libro de Mormón. Así que respiré hondo y dije: “Ok. Vamos a fijar una fecha.”
Los días previos a mi bautismo fueron de gran emoción. Sentí como una enorme carga había sido quitada de mis hombros. Estaba emocionada y lista para hacerlo. Neil me iba a bautizar, y Vicki daría una charla sobre el bautismo. Estaba muy emocionada. Ese día iba a ser increíble. No veía la hora de que sucediera. Por alguna razón, sin embargo, cuando me desperté por la mañana el día programado para mi bautismo, me sentí abrumada por el miedo. ¿Y que tal si yo estaba siendo engañada? Me sentí aterrada.
Desesperadamente tomé mi Biblia y oré. Mi oración fue algo como esto: “Dios, sé que no es la forma, pero necesito estar segura ahora si estoy haciendo lo correcto. Por lo tanto, voy a abrir mi Biblia. Si tengo que cancelar mi bautismo, por favor, muéstramelo en las Escrituras ahora. ”
Abrí mi Biblia y el primer versículo sobre el que mis ojos se pusieron fue: “Guardaos de los falsos profetas.” Mi corazón se detuvo. Luego algo me dijo que siguiera leyendo y así lo hice. Más adelante la escritura dice: “Por sus frutos los conoceréis.” Fue tan simple como eso. La paz inundó mi alma. He estudiado esta fe y la vida y enseñanzas de José Smith desde hace años, lo conocí por los frutos. Fui a mi bautismo con el 100% de seguridad. Algo que nunca pensé que iba a tener. Nada sentí tan bien como estar sumergida en el agua. Me convertí en una mormona el 9 de mayo de 2009 y fui confirmada el día de las madres el día 10 de mayo de ese año..
No ha sido fácil desde entonces. Hace varios meses, la revista para la que escribía mensualmente me despidió. Representaba la mayor parte de mis ingresos. Yo sabía que su actitud hacia mí había cambiado después de que fui bautizada, pero ella estaba contenta con mi trabajo, por eso me sentía a salvo. Al parecer solo estaban esperando encontrar a un reemplazo. Tarde o temprano, cuando lo encontraron dejaron de asignarme artículos. Cuando les pregunté sobre ello me dijeron que necesitaban a alguien con título universitario. Sin embargo admitieron que mis escritos eran mejores que los de su nuevo empleado.
Yo creo, que como nunca antes me habían pedido el titulo, fue que la presión de la antigua iglesia o quizás el sentimiento de culpa fueron demasiadas para la directora y para ella lo mas fácil fue simplemente despedirme. Por lo tanto, estoy de vuelta al punto de partida buscando como ganar dinero para sostenerme. Hay otras presiones también. Es difícil ser madre soltera. Estoy cansada todo el tiempo, y a veces la soledad puede ser abrumadora. Pero, puedo decir con seguridad total que estoy en lo correcto en lo que Dios quiere que yo esté. He aprendido mucho en el último año, tanto que mi corazón a menudo se siente como que ya está en el cielo. Incluso he llegado ya a tomar mi investidura. Por supuesto, la realidad de la vida rápidamente me recuerda que estoy todavía en el mundo telestial, pero no voy a estarlo siempre.
Me encanta ser mormona.
Annmarie Worthington puede ser contactada por facebook y posee su propio blog en http://annmarieathome.blogspot.com/
Preciosa Historia, leyendo estas cosas me siento agradecido de que mis padres hayan dado el dificil paso por mi, he podido crecer conociendo y sabiendo el evangelio, no he tenido que pasar por tribulaciones grandes para obtener mi testimonio y espero que mi hija y los hij@s que hayan de venir puedan tener la misma conviccion que yo acerca del evangelio de Jesucristo.
Tenemos que seguir con fuerza en Cristo y perseverar hasta el fin, y eso nos enseña esta hermana con su hermosa historia que ayuda a fortalecer la fe que tengo.
Gracias admin nuevamente por esta historia, ha sido una maravilla leerla y estudiarla.
PD: Te la voy a copiar a labarradehierro, si me autorizas claro esta.
No es siquiera necesario preguntar.
Saludos
Conmovedora historia, lo que me parece deprimente, es que su esposo la haya dejado con todo el peso economico de la famila, esperamos que mantenga la Fe.
¡Que hermosa historia…! Me conmueve enormemente. Qué alegría saber que no importa las circunstancias adversas que ocurran a nuestro alrededor, todos podemos buscar la ayuda del Espíritu para elegir el camino correcto y llegar a sentir esa paz de la que Pablo dice “sobrepasa todo entendimiento”.
A mi me ha dado curiosidad por leer el libo ” La Apostasía Inevitable” de Ted Callister a que se refiere la hna. Worthington.
Es verdad, no había escuchado de ese libro hasta este momento. Estimado Admin si usted lo tiene en digital le agradecería un mundo!! =D
Aqui esta el link de dicho libro no creo que esté en español:
http://ldsbooks.narod.ru/books/The-Inevitable-Apostasy-and-the-Promised-Restoration-by-Tad-R-Callister.html
mas facil aun, arriba, en “libros”, buscar por Callister y encontraran el libro en cumorah.
Ingles solamente.
WOW que hermosa la conversión de la hna., todos pasamos por muchas pruebas para obtener nuestro testimonio pero pocos renuncian a todo por la verdad, me siento agradecida por que mi familia abrazo el evangelio junto conmigo 🙂
Es un relato presioso que bueno que al final acepto el evangelio restaurado, existen muchas personas que han sentido el espiritu al escuchar el evangelio que los misioneros comaprten sin embargo no lo aceptan por las amistades que tienen en sus respectivas iglesias, y que bueno que las tengan lo mejor seria aceptar el evangelio y conservar esas amistades a pesar que ellas no acepten la desicion que tomaron de unirse a la iglesia de Cristo.
Es una cautivadora experiencia, realmente el proceso de conversión es difícil, quizá en mi caso no fue tan extremo, pero el obtener un testimonio y comenzar a estudiar, como dice la Hna. “con el pizarron en blanco” es complicado… cuesta bastante….
pero no se puede negar lo que sentimos…..
siempre recuerdo la frase del Profeta Jose, “sabia que lo sabia y sabia que Dios lo sabia”….
MARAVILLOSA HISTORIA LLENA DE ESPIRITU Y DE FE CONOZCO ALGUNOS MIEMBROS SUD QUE HAN DEJADO LA IGLESIA SOLO POR ALGUN COMENTARIO SIN FUNDAMENTO DE ALGUIEN O POR ALGUNA EXAGERACION QUE ENCONTRARON EN LA INTERNET, QUE BUENO SERIA QUE CUANDO SE TIENE ALGUNA DUDA ACUDAMOS A UNA FUENTE FIDEDIGNA PARA RESOLVERLA, CONOZCO ALGO DE TEOLOGIA PROTESTANTE ( EVANGELICA) TAMBIEN DE ANTI-MORMONISMO QUE EQUIVOCADOS ESTAN QUE HERMOSO VER COMO ESTA BUENA MUJER ENCONTRO LA VERDAD, QUE EL SEÑOR LA BENDIGA Y QUE SEA SIEMPRE FIEL Y RECUERDEN AMIGOS ACUDAMOS A UNA FUENTE CONFIABLE PARA RESOLVER NUESTRAS DUDAS DOCTRINALES PRIMERO EL PADRE CELESTIAL Y NO CREAMOS TODAS LAS BESTIALIDADES QUE ESCRIBEN O DICEN LOS ANTI-MORNMONES