“Las cosas no se arreglaron y el zarpe fue pospuesto indefinidamente, así que el presidente de mision nos asigno a trabajar en varias partes del sur de california con los misioneros que servían alli. Yo fui asignado al condado de Orange y vivi en Whittier. Cubriamos todo el Orange County. Aun habían alli montones de arboles de naranjas y las ciudades estaban distantes unas de otras. Se me dio un gran compañero quien sabia trabajar duro.
Durante las pocas semanas que estuvimos juntos, pudimos compartir y bautizar varias familias e individuos y tuvimos muchas grandes experiencias. Quisiera mencionar solo dos (y el admin quisiera traducir y compartir una de ellas)
Un día recibimos una llamada de una funeraria preguntando si podríamos conducir un servicio para un hombre “que antes era mormon”. Mi compañero accedió y se nos envio con la hermana del hombre muerto para obtener mas información de el. Su hermana también “antes era mormona”. Ella era anciana y estaba mal de salud. Nos contó que ella y su hermano se habian mudado a California desde Utah muchos años atrás [nota: el relato es de 1954]. Su hermano se había casado, pero rápidamente se habia divorciado y nunca había tenido hijos. Ella nunca se caso. Eventualmente, ellos se habían mudado para compartir una misma casa mientras cada uno seguía con sus carreras en forma separada.
Nos contó que habían sido los unicos hijos de sus padres, quienes ya habían fallecido. Ella nos entrego una pequeña historia de la vida de su hermano y luego nos pregunto si nosotros querríamos dirigir su funeral cuando ella falleciese. Le dimos el teléfono de la casa de misión y le aseguramos que alguien de la Iglesia lo haría cuando llegase el momento.
Entonces ella miro a la distancia y suspiro:”Supongo que este es el final de mi historia. Mi gente fueron buenas personas. Yo no se por que nos pusimos rebeldes. Ahora siento el que hallamos dejado la Iglesia. Cuando tu tengas mi edad, te darás cuenta cuan importante es la Iglesia, pero el mundo y sus riquezas, su glamour y su poder tiene un gran atractivo. Desearía haber escuchado mas a mis padres. Este es el final de mi historia, supongo que nuestra familia ha finalizado. Es una pena”.
Tratamos de animarla a volver a la Iglesia, pero ella cambio de tema y dijo que necesitaba ir a la funeraria. Condujimos el funeral de la mejor manera que podíamos. Hubo solo seis personas allí ademas del muerto: Dos misioneros, dos trabajadores de la funeraria, la hermana, y una de las señoras que ella había conocido en su trabajo.
Cuando terminamos, yo salí y le di la mano. Ella me dio las gracias y luego dijo “Por favor obedece a tus padres. Ellos saben mas de lo que tu piensas. Hasta luego”. Eso dejo una ultima y duradera impresión sobre mi.”
John H. Groberg.
The other side of heaven – Extracto
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