When Are the Writings or Sermons of Church Leaders Entitled to the Claim of Scripture?
Por J. Reuben Clark, Jr.
Supongo que la escritura tras esta pregunta es la declaración del Señor en una revelación dada por medio de José principalmente a Orson Hyde, Lucas S. Johnson, Lyman E. Johnson y William E. McLellin, quienes estaban participando en el trabajo misional. Después de dar algunas palabras en primer lugar a Orson Hyde, el Señor continuó:
Y he aquí, ésta es la norma para todos los que fueron ordenados a este sacerdocio, cuya misión de que salgan les ha sido indicada; y ésta es la norma para ellos: Hablarán conforme los inspire el Espíritu Santo.
Y lo que hablen cuando sean inspirados por el Espíritu Santo será Escritura, será la voluntad del Señor, será la intención del Señor, será la palabra del Señor, será la voz del Señor y el poder de Dios para salvación.DyC 68:2-4
Las mismas palabras de la revelación reconocen que los hermanos pueden hablar cuando no están “inspirados por el Espíritu Santo”, pero sólo cuando ellos hablan así,”inspirados por el Espiritu Santo”, podemos decir que es escritura. No se dieron excepciones a esta regla o principio. Resulta universal en su aplicación.
La pregunta entonces es: “¿cómo vamos a saber cuándo las cosas que han sido habladas fueron “inspiradas por el Espíritu Santo?”
He pensado algo acerca de esta pregunta y la respuesta que yo puedo determinar es la siguiente: podemos decir cuándo los portavoces son “inspirados por el Espíritu Santo” sólo cuando nosotros mismos somos “inspirados por el Espíritu Santo”.
En cierto modo, esto cambia completamente la responsabilidad desde ellos a nosotros para determinar de qué manera hablan.
Podemos ganar algo si repetimos lo que el hermano Brigham predicó:
Cuando su fe se concentre en el punto correcto, su confianza sea inquebrantable, sus vidas sean puras y santas, cada uno cumpliendo los deberes de sus llamamientos de acuerdo con el sacerdocio y las capacidades que les han sido otorgadas, a podría ser lleno del Espíritu Santo, y sería algo imposible para cualquier hombre el engañarles y conducirles a la destrucción así como a una pluma que permaneciera inconmbustible en el medio de un intenso calor. (Journal of Discourses, Vol. 7 p. 277.)
En otra ocasión él dijo:
Tengo un gran temor de que esta gente tenga tanta confianza en sus líderes que no pregunten por sí mismos a Dios si ellos son dirigidos por Él. Me temo que ellos se sientan en un estado de ciega autoseguridad, confiando su destino eterno en manos de sus líderes con una temeraria confianza en que de esta forma no se opondrían a los propósitos de Dios en su salvación y debilitando si la influencia que podrían dar a sus lideres, así como ellos saben por sí mismos, por las revelaciones de Jesús, que ellos están en el camino correcto. Dejen que cada hombre y cada mujer sepan por sí mismos, por los susurros del Espíritu de Dios, si sus líderes están caminando en el camino que el Señor ha dictado, o no. (Journal of Discourses, Vol. 9, p. 150.)
Por lo tanto, podríamos dejar toda esta discusión en este punto salvo que hay algunas cuestiones colaterales envueltas en el problema que pueden ser una mala idea no considerar.
Continúa….
Desde los primeros días de la Iglesia, el Señor ha dado mandamientos y otorgado bendiciones que están en el tema del principio existente detrás de nuestra pregunta central, la determinación de si nuestros hermanos, cuando hablan, son “inspirados por el Espíritu Santo.”
Hablando al Profeta, Oliver Cowdery y David Whitmer (en Fayette) en fecha tan temprana como junio de 1829, el Señor dijo a Oliver Cowdery en relación con la palabra escrita:
He aquí, te he manifestado por mi Espíritu en varias ocasiones, que las cosas que has escrito son verdaderas; por tanto, sabes que son verdaderas.
Y si sabes que son verdaderas, he aquí, te mando que confíes en las cosas que están escritas; porque en ellas se hallan escritas todas las cosas concernientes al fundamento de mi iglesia, mi evangelio y mi roca.
(DC 18:2-4.)
Por lo tanto el Señor rápidamente le dejó claro a Oliver Cowdery que debería guiarse por el trabajo escrito, no debía confiar en sus propias ideas y conceptos.
Dos años más tarde (7 de junio de 1831), el Señor volvió a subrayar la importancia de la palabra escrita. Hablando al Profeta, Sidney Rigdon, Lyman Wight, John Corrill, John Murdock, Hyrum Smith, y varios otros, el Señor dijo:
Y viajen desde allí, predicando la palabra por el camino, no diciendo sino las cosas escritas por los profetas y apóstoles, y lo que el Consolador les enseñe mediante la oración de fe (DC 52:9, y ver tambien DC 18:32-33.)
Una y otra vez el Señor habló a estos primeros hermanos de su deber de difundir el Evangelio, y que en la difusión del Evangelio, ellos hablarían con voz de triunfo. (Vease DyC 19:27; 24:12,27:16; 28:8,16; 29:4; 30:5,9; 32:1; 33:2; 34:5; 35:17,23; 36: 1,5-6; 37:2; 39:11; 42:6,11-12; 49:1-4; 52:9-10; 58:46-47,63-64; 66:5- 13; 68:4-5; 71:1-11; 88:77 passim; 93:51; 101:39; 106:2; 107:25- 35.)
En un mandamiento dado a Leman Copley (en marzo, 1831) cuando fue enviado de misionero entre los Shakers (Los “Tembladores”, una secta de esos tiempos), el Señor dio este importante mandamiento, el cual tiene un mensaje para todos aquellos entre nosotros que enseñan a las sectas:
Y mi siervo Leman será ordenado a esta obra para que razone con ellos, no conforme a lo que ha recibido de ellos, sino de acuerdo con lo que vosotros, mis siervos, le enseñaréis; y si así lo hace, lo bendeciré; de otro modo no prosperará. (DC 49:4)
A un grupo de élderes (en mayo de 1831), que habían sido confundidos por las manifestaciones de diferentes espíritus, el Señor, respondiendo a una petición especial hecha por el Profeta, dio estas instrucciones y mandamientos:
Por tanto, yo, el Señor, os hago esta pregunta: ¿A qué se os ordenó?
A predicar mi evangelio por el Espíritu, sí, el Consolador que fue enviado para enseñar la verdad.
Y entonces recibisteis espíritus que no pudisteis comprender, y los recibisteis como si hubieran sido de Dios; ¿y se os puede justificar en esto?
He aquí, vosotros mismos contestaréis esta pregunta; sin embargo, seré misericordioso con vosotros; el que de entre vosotros es débil será hecho fuerte de aquí en adelante.
De cierto os digo, el que es ordenado por mí y enviado a predicar la palabra de verdad por el Consolador, en el Espíritu de verdad, ¿la predica por el Espíritu de verdad o de alguna otra manera?
Y si es de alguna otra manera, no es de Dios.
Y además, el que recibe la palabra de verdad, ¿la recibe por el Espíritu de verdad o de alguna otra manera?
Si es de alguna otra manera, no es de Dios.
Por tanto, ¿cómo es que no podéis comprender y saber que el que recibe la palabra por el Espíritu de verdad, la recibe como la predica el Espíritu de verdad?
De manera que, el que la predica y el que la recibe se comprenden el uno al otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente.
Y lo que no edifica no es de Dios, y es tinieblas.
Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto.
(DC 50:13-24.)
Toda esta revelación (sección 50) debe leerse con sumo cuidado. Hay muchas instrucciones dadas en la misma, pero sobre todo deseo llamar su atención sobre los versículos 21 y 22, que acabo de citar:
21 Por tanto, ¿cómo es que no podéis comprender y saber que el que recibe la palabra por el Espíritu de verdad, la recibe como la predica el Espíritu de verdad?
22 De manera que, el que la predica y el que la recibe se comprenden el uno al otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente.
Ambos son “movidos por el Espíritu Santo.”
Quisiera recurrir a la declaración del Señor hecha (en noviembre de 1831) a través del profeta José a Orson Hyde, Lucas S. Johnson, Lyman E. Johnson y William E. McLellin, en relación a sus sus funciones de predicar el Evangelio como misioneros . Voy a volver a leer los pasajes pertinentes a nuestra discusión:
Y he aquí, ésta es la norma para todos los que fueron ordenados a este sacerdocio, cuya misión de que salgan les ha sido indicada; y ésta es la norma para ellos: Hablarán conforme los inspire el Espíritu Santo.
Y lo que hablen cuando sean inspirados por el Espíritu Santo será Escritura, será la voluntad del Señor, será la intención del Señor, será la palabra del Señor, será la voz del Señor y el poder de Dios para salvación.
He aquí, ésta es la promesa del Señor a vosotros, oh mis siervos.
(DC 68: 2-5.)
Tal vez deberíamos tomar nota de que estas promesas se refieren, en sus términos, a la obra misional.
En cuanto a la obra misional, me gustaría recordar que en abril de 1829, el Señor, hablando a José y Oliver, dijo:
No prediquéis sino el arrepentimiento a esta generación; guardad mis mandamientos, y ayudad a que salga a luz mi obra, según mis mandamientos, y seréis bendecidos. (DC 6:9.)
La misma instrucción fue dada a José y Hyrum un poco más tarde (mayo, 1829) en las mismas palabras (DC 11:9.)
En esta revelación, el Señor añadió, después de instruir a Martin Harris en su trabajo misionero, que debía ser realizado diligentemente y “con toda humildad, confiando en mí, no denigrando a los que denigran”:
30 Y lo harás con toda humildad, confiando en mí, no denigrando a los que denigran.
31 Y de dogmas no hablarás, sino que declararás el arrepentimiento y la fe en el Salvador, y la remisión de pecados por el bautismo y por fuego, sí, por el Espíritu Santo.
DC 19:30-31.)
Esta es la repeticion de algunos principios esenciales que el Señor había mandado dos veces antes. Entonces el Señor dijo:
He aquí, éste es un mandamiento grande, y el último que te daré concerniente a este asunto, porque esto bastará para tu conducta diaria hasta el fin de tu vida. (DC 19:32.)
El Señor parece estar un poco impaciente en esta parte. Puede ser los hermanos habían estado hablando acerca de los principios del evangelio, tema sobre el cual en ese momento tenian poca información, porque la Iglesia aún no había sido organizada en aquel momento.
Asumiendo que las revelaciones que tienen un carácter de escritura eran las palabras de los hermanos cuando eran “inspiradas por el Espíritu Santo” referidas, por el momento, a la obra misional, y recordándonos a nosotros mismos la pregunta inicial – ¿cómo se sabe cuando los hermanos están hablando de esta manera? – debemos recordar la cita que acabamos de realizar de una revelación anterior, cuando el Señor dijo:
De manera que, el que la predica y el que la recibe se comprenden el uno al otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente.
Ambos son “inspirados por el Espíritu Santo.”
Considerando una vez más el trabajo misional, esta comprensión mutua entre el investigador y el misionero es sin duda lo que lleva a la conversión, uno de los principales propósitos de la obra misional. No debe de ser fácil el predicar falsas doctrinas, sin darse cuenta, entre los primeros principios del Evangelio. Por lo tanto no necesitamos decir nada más acerca de esto.
Sin embargo, a lo largo de los años, una interpretación más amplia se ha dado al siguiente pasaje:
Y lo que hablen cuando sean inspirados por el Espíritu Santo será Escritura, será la voluntad del Señor, será la intención del Señor, será la palabra del Señor, será la voz del Señor y el poder de Dios para salvación. (DC 68:4.)
Al considerar el problema aquí, es necesario tener en mente que a algunas de las Autoridades Generales les ha sido entregado un llamamiento especial, ya que poseen un don especial; han sido sostenidos como profetas, videntes y reveladores, lo cual les concede un manto espiritual especial en relación a sus enseñanzas a la gente. Ellos tienen el derecho, el poder y la autoridad para declarar el pensamiento y la voluntad de Dios a su pueblo, bajo todo el poder y la autoridad del Presidente de la Iglesia. Al resto de las Autoridades Generales no se les ha dado este manto espiritual especial para cubrir sus enseñanzas, por consiguiente tienen una limitación, y la consiguiente limitación de su poder y autoridad en la enseñanza se aplica a cualquier otro oficial y miembro de la Iglesia, debido a que ninguno de ellos ha sido espiritualmente llamado como un profeta, vidente y revelador. Además, como acabo de indicar, el Presidente de la Iglesia tiene aun un mayor y especial manto espiritual al respecto, por que él es el Profeta, Vidente, y Revelador para toda la Iglesia. Aquí debemos tener en cuenta – deben saber – que sólo el Presidente de la Iglesia, el Presidente del Sumo Sacerdocio, es sostenido como profeta, vidente, y revelador para la Iglesia, y que sólo él tiene el derecho a recibir revelaciones para la Iglesia , ya sean estas nuevas o actualizaciones, o para dar una interpretación autorizada de las escrituras, las cuales serán vinculantes para la Iglesia, o para modificar en algún modo las actuales doctrinas de la Iglesia. Él es el único portavoz de Dios en la tierra para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la única Iglesia verdadera. Sólo él podrá declarar los pensamientos y la voluntad de Dios para su pueblo. Ningún otro líder de cualquier otra iglesia en el mundo tiene este alto derecho y noble prerrogativa.
Así que cuando cualquier otra persona, independiente de quien sea, toma estas prerrogativas, ustedes pueden saber que él no es “inspirado por el Espíritu Santo”, mientras habla, a menos que tenga una autorización especial de parte del Presidente de la Iglesia. (DC 90:1-4, 9, 12-16; 107:8, 65-66, 91-92; 115:19; 124:125; DHC 2:477; 6:363). (DC 90:1-4, 9, 12-16; 107:8, 65-66, 91-92, 115:19, 124:125; DHC 2:477, 6:363).
Hasta este punto está claro.
Pero hay muchas otras partes donde las Escrituras no son muy claras, y donde se pueden dar diferentes interpretaciones; hay muchas doctrinas, “principios” como el Señor los llamó, que no han sido oficialmente definidas y declaradas. Cuando se examinan y discuten estas escrituras y doctrinas surgen las diferencias de puntos de vista en relación a su significado y alcance. Habida cuenta del principio fundamental que acabamos de ver acerda de la posición del Presidente de la Iglesia, otros poseedores del Sacerdocio, aquellos con el manto especial y aquellos que no lo tienen, deben ser prudentes en sus expresiones e interpretación de las Escrituras y doctrinas. Deben actuar y enseñar sujetos al mayor poder y autoridad del Presidente de la Iglesia. Sería muy lamentable que no siempre fuera observado esto en forma estricta por los portadores de esta investidura espiritual especial, salvo por el Presidente. En ocasiones en el pasado, algunos han hablado “algo de más”, por así decirlo. Aun más, existen ocasiones en que incluso aquellos que no son Autoridades Generales han declarado sus propios puntos de vista sobre diversas cuestiones sobre las cuales se carece de posición oficial o una declaración que haya sido hecha por el portavoz del Señor, a veces con una segura certeza de que podría engañar a los incautos y desinformados. La experiencia de Pelatiah Brown en los días del Profeta es un ejemplo de este principio general. (DHC, vol. V, págs. 339-345)
Nota del traductor: DHC significa Documentary History of the Church.
Ha habido ocasiones en que incluso el Presidente de la Iglesia en su prédica y enseñanza no ha sido “inspirado por el Espíritu Santo”. Deben recordar que el profeta José declaró que un profeta no siempre es un profeta.
Para ilustrar este punto contaré una simple historia que mi padre me contó cuando era un niño; no sé cuán verídica es, pero ilustra el punto. Durante el conocido incidente de la llegada del ejército del General Johnson a Utah [para someter a los mormones], el hermano Brigham predicó a la gente en una sesión matutina con un sermón vibrante, desafiando el ejército que se aproximaba y declarando su intención de oponerse y enviarlos de vuelta. En la sesión de la tarde el presidente llegó y dijo que había sido Brigham Young quien había estado hablando en la mañana, pero era el Señor quien iba a hablar ahora. A continuación, pronunció un discurso totalmente contrario a lo que había hablado en la mañana.
Yo no sé si esto realmente pasó, pero la historia ilustra un principio: que incluso el Presidente de la Iglesia, él mismo, puede no ser siempre “inspirado por el Espíritu Santo,” cuando se dirige a la gente. Esto ha ocurrido sobre temas de doctrina (por lo general, aquellas que son de un carácter altamente especulativo) en donde posteriores presidentes de la Iglesia y la gente por sí misma han sentido que cuando se declarararon estas doctrinas, el líder no era “inspirado por el Espíritu Santo.”
¿Cómo pueden saber los miembros de la Iglesia cuándo estas venturosas expediciones de los líderes y hermanos en estos altamente especulativos principios y doctrinas cumplen con los requisitos de que los portavoces han sido “inspirados por el Espíritu Santo”? La Iglesia sabrá por el testimonio del Espíritu Santo en el cuerpo de los miembros, si los hermanos en la expresión de sus opiniones son “inspirados por el Espíritu Santo”, y en su momento ese conocimiento será manifestado. Quiero referirme de nuevo a las observaciones del hermano Brigham sobre esta cuestión general. Pero este tema acerca de los desacuerdos sobre la doctrina [entre los líderes], y el hablar (o anunciar) por altas autoridades de doctrinas erróneas, no es algo nuevo.
De hecho, en la Última Cena, “también hubo una lucha entre ellos, cuál de ellos debe tenerse en cuenta los más grandes”, desaveniencia que fue en presencia del propio Salvador. (Lucas 22: 24.)
Los discípulos habían tenido la misma controversia cuando fueron a Capernaum. (Marcos 9:33; Lucas 9:46.). Y no mucho tiempo después, Santiago y Juan, por su propia voluntad o por influencia de su madre, al parecer esto último, pidieron a Jesús si uno de ellos podría sentarse a su mano derecha y el otro a su izquierda. (Mateo 20:20 y sig.; Marcos 10:35 y sig.) El tema de la precedencia parece haber atribulado a los discípulos.
Tambien hubo disputas sobre la doctrina. Ustedes recordarán que entre Pablo y Bernabé había diferencias, y según los registros, “hubo tal desacuerdo entre ellos que se apartaron el uno del otro” (Hechos 15:39.)
Pablo tuvo una controversia aparentemente indecorosa con Pedro acerca de la circuncisión. Pablo a los Gálatas se jactó: “Me dijo a Pedro delante de ellos todos ….” (Gal. 2:14.) (Gálatas 2:14).
Pedro, respondiendo más o menos de forma políticamente correcta al respecto, dijo: “Y considerad como salvación la paciencia de nuestro Señor; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes atuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (II Pedro 3:15-16.)
Esta misma pregunta sobre la circuncisión llegó a ser tan preocupante para la Iglesia que “los apóstoles y los élderes se reunieron para considerar este asunto”, en Jerusalén. Pablo, Bernabé, y Pedro estuvieron allí y participaron del debate. El discípulo fariseo (Pablo, por su origen religioso) argumentó que la circuncisión debía ser realizada a los gentiles. Santiago fue el que dio la decisión en contra de la necesidad de circuncidar a los gentiles conversos. (Hechos capitulo 15.)
Así fue con la Iglesia Apostólica. Después de la muerte de los Apóstoles, las discusiones, la contención, las luchas y la rebelión crecieron a buen ritmo y se dejaron madurar en un par de generaciones en la Gran Apostasía. Quisiera citar aquí tres párrafos de la obra del Dr. Islay Burns (profesor de Historia de la Iglesia, de la Universidad de Libre de Glasgow). Él escribio:
Este es el año 101 de la era cristiana. El último de los apóstoles acaba de morir. El luminoso atardecer que fue su solitario ministerio durante los 30 años que permaneció en la tierra, cuando todos sus compañeros se habían ido, ha terminado; él ha fallecido y la noche oscura se instala de nuevo.
La era de la inspiración ha terminado, al igual que el siglo que comenzó con el nacimiento de Cristo y se cerró con la muerte de Juan, el curso de los tiempos desciende una vez más al ordinario nivel común de ese tiempo.
Es lo que pasa con la Iglesia así como ocurrió con los discípulos en Betania, cuando el último rayo de luz del Salvador ascendió perdiéndose de vista y se volvieron sus rostros, reluctantes y tristes, una vez más al oscuro mundo. El fin de la edad de inspiración fue en verdad el complemento y la consumación de la Ascensión del Señor. Puede decirse que el sol se está poniendo en la lejanía y su gloria muere en el horizonte, y las estrellas brillan nítidas y claras en el cielo de color pardo y desnudo.
Ahora este momento ha llegado plenamente, el último rayo de la verdad e inspirada sabiduría desaparece de la tierra con el amado apóstol en una suave despedida y nosotros pasamos a través de la misteriosa línea que separa lo sagrado de la secular historia del mundo, la historia de la era apostólica a la historia de la Iglesia cristiana. (Islay Burns, Los tres primeros siglos cristianos, Londres, T. Nelson and Sons, 1884, p. 49.)
Así habló Burns.
Este trágico atardecer rápidamente se transformó en un crepúsculo no demasiado extenso y, a continuación, llegó la obscuridad espiritual de la noche de la apostasía. Durante la mayor parte de los siguientes dos milenios los hombres cayeron en obscuridad tropezando espiritualmente unos con otros, buscando en vano incluso una chispa de luz espiritual, hasta que, en esa hermosa mañana de primavera, un siglo atrás, una columna de luz más brillante que el sol, gradualmente bajó desde los cielos hasta envolver a un jovencito en el bosque donde se encontraba orando poderosamente por luz espiritual. Cuando miró, vio a dos personas que estaban de pie en la luz por encima de él, el Padre y el Hijo. La mañana de la Dispensación del cumplimiento de los tiempos había llegado, rompiendo la oscuridad de las largas generaciones de noche espiritual. Al igual que en la creación, la luz reemplazó a la oscuridad, el día a la noche.
La Iglesia fue organizada y llamada por mandamiento directo del Señor como “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”. Ustedes también saben de la lealtad hasta la muerte de algunos, y la deslealtad hasta casi el punto del asesinato de otros. También saben de las disensiones, amarguras, los falsos testigos, las disputas, los celos, la ambición, la traición, que arrancaron desde los primeros latidos de la joven Iglesia. Igualmente de la apostasía, la excomunión de hombres en los lugares más altos, porque no reconocieron cuando los hombres en altos llamamientos no fueron “inspirados por el Espíritu Santo” en sus enseñanzas. Algunos descontentos siguieron a aquellos que no tenían la dirección del Espíritu Santo. Por último, por maquinaciones de hombres malos, dentro y fuera de la Iglesia, José y Hyrum sufrieron la muerte los mártires. Pero la obra de Dios continuó.
Antes de continuar con el principio que trata la “inspiracion por el Espíritu Santo”, tenemos que llamar a la atención sobre las dificultades que algunos tienen en la concepción de cómo viene la revelación, en particular sus características fisiológicas y psicológicas. Algunos tienen ideas muy definitivas y fijas sobre estos asuntos y establecer normas para probar la autenticidad o no de las revelaciones que los miembros de la Iglesia en general y la Iglesia misma acepta como revelaciones.
Acerca de este punto me gustaría llamar su atención sobre la experiencia del leproso Naamán, el capitán del ejército del rey de Siria. Un judío cautivo, siervo en la casa de Naamán, dijo a la mujer de Naamán que había un profeta en Samaria que podía curar la lepra de Naamán. Luego de escuchar esta información, el Rey sirio ordenó a Naaman a ir a Samaria y le dio una carta para ser entregada al Rey de Israel. Naamán fue a Samaria con regalos, para gran angustia y temor de Jehoram, quien se temía una trampa.
Eliseo conocía de la situación y del deseo del rey, quien le había enviado a Naamán. Cuando Naamán llegó a la casa de Eliseo, este no salió a recibirlo, pero le envió un siervo a decirle que tenía que lavarse siete veces en las aguas del Jordán y sería sanado.
“Naaman was wroth,” says the record, and went away, saying he thought Elisha “will surely come out to me, and stand, and call on the name of the Lord his God, and strike his hand over the place, and recover the leper.”
“Naamán penso que no valía la pena”, dicen las escrituras y se fue enojado diciendo “He aquí yo decía para mí: Ciertamente él saldrá y, estando de pie, invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y, moviéndola sobre la parte enferma, sanará la lepra.” Humilllado ya que no recibió lo que esperaba Naamán ” se volvió y se fue enojado”. Pero sus siervos le hicieron notar que si Elías le hubiese pedido algo difícil, él lo hubiese hecho, entonces por qué no hacer algo simple como lavarse en el Jordán. Una vez más calmado, quizás creyendo a medias, fue y se sumergió siete veces en el Jordán “conforme a la palabra del hombre de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.” (2 de Reyes capítulo 5). Lean toda la historia de nuevo, es interesante y entrega valiosas lecciones.
Una de las lecciones es : no tenemos que decirle al Señor cómo hacer las cosas. Él realiza sus propios planes, dibuja sus propios esquemas, da formas a su propio curso, concibe su propia estrategia, se mueve y actúa en su infinita sabiduría y conocimiento como Él lo determina. Cuando falta la fe y la duda y esceptisismo comienzan a trazar los planes, métodos y procedimientos que podríamos demandar que Dios siga, bien haríamos en recordar el poder de Dios, su sabiduría, conocimiento y autoridad.
Before noting a few ways in which the inspiration of the Lord and the revelations of his mind and will have come to men, I want to refer to one aspect of the First Vision, that part (on which is hung a charge of epilepsy to discredit and destroy Joseph’s inspiration and mission) which relates that as he came out of the vision he found himself lying on his back, looking up into heaven, without strength, though he soon recovered.
Antes de tomar nota de algunas maneras en que la inspiración del Señor y las revelaciones de su mente han llegado a los hombres, quiero referirme a un aspecto de la Primera Visión, aquella parte en que relata que cuando terminó la visión se encontró tendido de espaldas, mirando al cielo, sin fuerzas, aunque pronto se recuperó. Puede resultar interesante comparar esto con el relato de la condición de Moisés después de su gran teofanía (Moisés 1:9-10), y de Daniel (Daniel 8:27), y de Saúl (Hch 9 y 22), y también de los incidentes relacionados con la transfiguración en el monte (Mateo 17 y ss.; Marcos 9:1 ss.; Lucas 9:28 ss.).
Quiero hacer aquí una observación sobre la Primera Visión. Ningún hombre o mujer que sea un verdadero miembro de la Iglesia puede no aceptar plenamente la Primera Visión, así como ninguna persona cristiana no podría aceptar, primero, la caída de Adán, y segundo, la expiación de Jesucristo. Cualquier miembro de la Iglesia que no acepte la Primera Visión, pero siga considerándose un miembro de la Iglesia, no sólo carece de valor moral, sino intelectual, de la integridad y el honor, en caso de no reconocerse a sí mismo como un apóstata y dejar de ir a la Iglesia, y especialmente entre los jóvenes, dejar de ser un sacerdote, enseñanzado no solo cosas sin fe, sino también doctrinas que destruyen la fe. Estos serían un verdaderos lobos con piel de oveja.
Hay quienes insisten en que, a menos que el Profeta del Señor declare, “Así dice el Señor,” el mensaje no puede ser tomado como una revelación. Esta es una falsa norma para testear la verdad. Aun cuando muchos de nuestras modernas revelaciones contenidas en Doctrina y Convenios contienen estas palabras, hay muchas que no. Tampoco es necesario tener que oir una voz real para recibir un mensaje de nuestro Padre Celestial y que sea presentado como verdadera revelación, tal como lo demuestran las revelaciones dadas en antiguas dispensaciones, así como en la nuestra.
Por ejemplo, Enós registra que mientras se encontraba luchando en oración por el perdón de sus pecados, en primer lugar “una voz vino a mí, diciendo:…” Entonces, mientras continuaba en su “lucha en el espíritu”, declara, “la voz del Señor entró en mi mente otra vez diciendo…” No está claro si la voz fue la misma en ambas ocasiones, o una voz real y, a continuación, una voz en la mente. Pero eso no importa, el mensaje proviene en cada ocasión del Señor (Enós 5, 10).
Esa gran revelación, llamada por el Profeta “la hoja de olivo”, comienza con el Señor diciendo: De cierto, así dice el Señor a los que os habéis reunido para recibir su voluntad concerniente a vosotros…”. Sin embargo, mientras sigue la revelación, el Señor dice:
He aquí, lo que oís es como la voz de uno que clama en el desierto —en el desierto, porque no lo podéis ver— mi voz, porque mi voz es Espíritu; mi Espíritu es verdad; la verdad perdura y no tiene fin; y si está en vosotros, abundará.
(DC 88:1, 66).
En esa gloriosa visión y revelación registrada como el artículo 76 de Doctrina y Convenios, el profeta José registró:
Fueron abiertos nuestros ojos e iluminados nuestros entendimientos por el poder del Espíritu, al grado de poder ver y comprender las cosas de Dios….
Y mientras meditábamos en estas cosas, el Señor tocó los ojos de nuestro entendimiento y fueron abiertos, y la gloria del Señor brilló alrededor.
Y vimos la gloria del Hijo, a la diestra del Padre, y recibimos de su plenitud;
(DC 76: 12, 19-20)
Y después, habla de la obra de Lucifer y los sufrimientos de aquellos que hicieron la guerra y fueron vencidos. El registro continúa con:
porque la voz del Señor vino a nosotros con estas palabras:
Así dice el Señor concerniente a todos los que conocen mi poder, y han llegado a participar de él, y se dejaron vencer a causa del poder del diablo
(DC 76: 30-31)
En otra revelación, los registros dicen lo siguiente:
De cierto os digo, mis amigos, os hablo con mi voz, que es la voz de mi Espíritu, para mostraros mi voluntad concerniente a vuestros hermanos en la tierra de aSión, muchos de los cuales son verdaderamente humildes y procuran diligentemente adquirir sabiduría y hallar la verdad.(DC 97:1.)
Muy temprano en la historia de la Iglesia (abril, 1829), dándole seguridades a a Oliver Cowdery, el Señor dijo:
Sí, he aquí, hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón.
Ahora, he aquí, éste es el espíritu de revelación; he aquí, es el espíritu mediante el cual Moisés condujo a los hijos de Israel a través del Mar Rojo sobre tierra seca.
(DC 8:2 – 3.)
Un poco más tarde, el Señor dio a Oliver la señal del ardor en el pecho cuando sus traducciones fuesen correctas, y un estupor de pensamiento, cuando las traducciones fueran equivocadas. (DC 9:8-9.).
En otras ocasiones, en tiempos antiguos y en los días modernos, los registros no dejan duda de que una voz verdadera se escuchó, como cuando el Señor hablo al niño Samuel, un siervo del sumo sacerdote Elí, de cuya familia el Señor quitó el alto llamamiento que le pertenecía, debido a la maldad de sus hijos, Hoplini y Phinehas. (I. Sam. 3 ff.)
Y en días modernos (3 de abril de 1836), en la gran visión de Jose y Oliver en el Templo de Kirtland, los registros dicen lo siguiente:
El velo fue retirado de nuestras mentes, y los ojos de nuestro entendimiento fueron abiertos.
Vimos al Señor sobre el barandal del púlpito, delante de nosotros; y debajo de sus pies había un pavimento de oro puro del color del ámbar.
Sus ojos eran como llama de fuego; el cabello de su cabeza era blanco como la nieve pura; su semblante brillaba más que el resplandor del sol; y su voz era como el estruendo de muchas aguas, sí, la voz de Jehová, que decía: Soy el aprimero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre.
(DC 110:1-4).
Para cerrar esta fase de nuestra charla, me gustaría leerles una descripción de cómo el Profeta recibió revelaciones y de cómo se veía en tales ocasiones. Probablemente están familiarizados con estos relatos.
El elder Parley P. Pratt (hablando acerca de la revelación ahora impresa como la sección 51 de Doctrina y Convenios, dada en mayo de 1831) describe cómo el Profeta trabajaba al recibir las revelaciones:
Después de unirse en oración en la sala de traducción, él dictaba en nuestra presencia la siguiente revelación: (Cada frase fue pronunciada lenta y muy claramente y con una pausa entre cada frase, suficientemente larga para ser registrada, por un escriba normal a mano alzada).
Esta fue la manera en la cual todas sus revelaciones fueron dictadas y escritas. Nunca hubo una duda, revisión o lectura de nuevo, a fin de mantener la continuidad de la revelación, tampoco estas comunicaciones fueron sometidas a revisiones o correcciones. Así él dictaba lo que recibía, por lo que he sido testigo; y yo fui testigo presencial del dictado de varias páginas…. (Autobiography of Parley Parker Pratt, ed., Salt Lake City, Deseret Book Company, 1938, p. 62.)
Parece claro que en esta ocasión no hubo voz audible, aunque la primera frase de la revelación dice: “Oídme, dice el Señor tu Dios…”
Sin embargo, el presidente B.H. Roberts señala que cuando algunas de las primeras revelaciones fueron publicadas en el Libro de los Mandamientos en 1833, estas “fueron revisadas por el Profeta a fin de corregir los errores cometidos por los escribas y editores, y algunas frases adicionales fueron añadidas para dar mayor luz sobre los temas tratados en las revelaciones, así como se añadieron párrafos para hacer que los principios o las instrucciones pudiesen ser aplicadas en la Iglesia en circunstancias diferentes al tiempo en que algunas de las primeras revelaciones fueron dadas. La adición de los versículos 65, 66 y 67 en sec. 20 de la Doctrina y Convenios es un ejemplo. ” (nota en DHC, vol. L, p. 173,.)
En Montrose, Iowa, en agosto de 1842 (hay cierta incertidumbre sobre la fecha exacta), el Profeta, mientras asistía a una ceremonia masónica, profetizó que los santos serían llevados a las Montañas Rocosas, y declaró algunos eventos inherentes al viaje. El hermano Anson Call describió esta escena tal y como figura en su biografía, como sigue:
José, mientras bebía agua fría, advirtió a los hermanos que deberían ser cuidadosos con el agua. Con el vaso en la mano, profetizó a los santos que se irían a las montañas rocosas, y dijo que el agua allá tendrá un sabor como de corrientes de cristal al venir desde las montañas nevadas. Vamos a dejar que el señor Call describa esta escena profética:
Estaba con él antes de que tuviese la visión, y ahora lo veía mientras la tenía, y ahora veía, mientras él estaba hablando, su cambio de rostro blanco, no el blanco mortal de un rostro sin derramamiento de sangre, pero de un blanco de brillante vida. Parecía absorto en la contemplación de algo a una gran distancia, y dijo: “Estoy mirando a los valles de las montañas”. Esto fue seguido por una vívida descripción de los paisajes de estas montañas, como ya he puesto de familiarizarse con ella. Señalando a Sadrac Roundy y otros, dijo: “Hay algunos hombres de aquí que hará una gran obra en esa tierra” .Señalándome a mí, me dijo: “No hay Anson, deberá ir, y le ayudará en la construcción de ciudades de un extremo del país al otro, y usted, y no se extiende la idea a todos los que había hablado, llevará a cabo como gran obra como se ha hecho por el hombre, para que las naciones de la tierra asombren, y muchos de ellos se reuniránn en esa tierra y ayudarán en la construcción de ciudades y templos, e Israel se alegrará “.
Es imposible representar en palabras de esta escena la cual sigue viva en mi mente, de la grandeza en la apariencia de José, sus hermosas descripciones de esta tierra, y sus maravillosas palabras proféticas así como salían de las gloriosas inspiraciones que llegaban a él. Había una fuerza y poder en sus palabras de las cuales lo siguiente no es más que un débil eco: “¡Oh, la belleza de las montañas cubiertas de nieve! Las refrescantes corrientes que fluyen a través de los desfiladeros de montaña!” Luego, mirando en otra dirección, como si hubiera un cambio en lo que veía: “Oh, los paisajes por los cuales este pueblo pasará! La muerte se hará presente por aquí y por allá.” Después, volviéndose hacia otro lado como si la escena hubiese cambiado de nuevo: “¡Oh la apostasía que tendrá lugar antes de que mis hermanos lleguen a esa tierra! Pero”, continuó, “el sacerdocio prevalecerá sobre sus enemigos, triunfará sobre el diablo y se establecerá sobre la tierra, para nunca más ser derribado!”. Luego nos dio gran fuerza y poder, para ser fieles a las cosas que han sido y serán puestas a nuestro cargo, con la promesa de todas las bendiciones que el sacerdocio puede otorgar. “Recuerda estas cosas y haz tesoro de ellas. Amén”. (Tullidge’s Histories, Vol I. History of Northern Utah, and Southern Idaho.–Biographical Supplement, p. 271 et seq [in] DHC, Vol. V., p. 86 note.)
El hermano Pratt afirma que frecuentemente había sido testigo del Profeta recibiendo revelaciones en la forma como se describe, y el hermano Call dijo que él había visto anteriormente al Profeta mientras recibía una visión.
Nuevamente volviendo a los registros de estos gloriosos eventos
Uno puede solo parcialmente entender cómo los primeros santos se aferraban a José y por qué los primeros hermanos le seguían y lo protegieron aun hasta la muerte. La fe y el conocimiento y el amor se elevaron a las más elevadasalturas en los primeros días de tribulación y martirio, y los celos y el odio y el espíritu de asesinato, inspirados por Satanás, llegaron hasta el grado más bajo, en su trabajo para derrotar la obra de Dios.
Es supremamente grande el llamamiento de Profeta de Dios para declarar el pensamiento y la voluntad de Dios respecto a sus juicios, vicisitudes, las graves persecuciones que sufrían los justos de entre los hijos de los hombres, y luego de anunciar las glorias de la infinita bondad de Dios, su misericordia y amor, su perdón, su amabilidad sin límites, su propósito divino, el destino final del hombre.
Aun así no deberemos olvidar que los profetas son seres mortales, con los defectos de los hombres.
Cuando se le preguntó si un profeta era siempre un profeta, el hermano José rápidamente afirmó que “un profeta era un profeta solo cuando estaba actuando como tal”. (DHC, vol. V, p. 265.)
Él señaló aquello que Santiago declaraba que “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y rogó fervientemente que no lloviese, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.” Santiago 5:17-18; DHC, vol. II, p. II, p. 302.)
En otra ocasión, José citó las palabras de Juan “el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía”(Apocalipsis 19:10) y declaró:
. . . . . . si yo profeso ser un testigo o un maestro, y no tengo el espíritu de profecía, el cual es el testimonio de Jesús, debo ser un falso testigo. Pero si yo soy un verdadero testigo y maestro, yo debo tener el espíritu de profecía, y es lo que constituye un profeta.” (DHC, Vol. 5, pp. 215-216.)
No hay tiempo para decir mucho más en esta ocasión.
He tratado de sugerir el significado de la Escritura que dice que cuando el sacerdocio dice lo que es “inspirado por el Espíritu Santo”, entonces es escritura por sí mismo. He tratado de expresar mi pensamiento en cuanto a algunas de las limitaciones que acompañan el ejercicio de este principio, tanto en aquellos que tienen el derecho a que sus palabras puedan ser tomadas como escritura, así como también en cuanto a las doctrinas que puedan salir de los labios de aquellos que no posean ese don e investidura especial. He demostrado que incluso el Presidente de la Iglesia no ha hablado siempre bajo la inspiraciín del Espíritu Santo, que un profeta no siempre es un profeta. He observado que los apóstoles de la Iglesia primitiva tenían sus diferencias, que en nuestra propia Iglesia, los líderes han diferido en sus apreciaciones.
He observado que el Señor tiene sus propias maneras de comunicar su pensamiento y voluntad a sus profetas, sin influencia de los pensamientos o las opiniones de los hombres en cuanto a lo que creen un procedimiento adecuado, que a veces, evidentemente, habla con una voz audible, pero que otras veces habla en forma inaudible para el oído, pero claramente a la mente del profeta. He citado cómo el profeta José actuó cuando recibió revelaciones y cómo su rostro cambió de aspecto en esos momentos. He intentado explicar brevemente cómo, según dijo José, un profeta no siempre es un profeta, sino que es un profeta sólo cuando actúa como tal, y que esto significa que no siempre las palabras de un profeta deben ser tomadas como una profecía o revelación , sino sólo cuando él, también, está hablando así, como “inspirado por el Espíritu Santo.”
Repito aquí algunas de las normas elementales que, en cuanto a ciertos asuntos, nos permitirán conocer siempre cuándo otros que no sean el Sumo sacerdote presidente, el Profeta, Vidente y Revelador, el Presidente de la Iglesia, no estarán hablando como “inspirados por el Espíritu Santo. ”
Cuando cualquiera, a excepción del Presidente de la Iglesia, tome sobre sí la atribución de proclamar una revelación de Dios para la guía de la Iglesia, podemos saber de inmediato que no es “inspirado por el Espíritu Santo.”
Cuando alguien, excepto el Presidente de la Iglesia , toma sobre sí la autoridad para declarar que cualquier escritura de la Iglesia ha sido modificada, cambiada o derogada, podemos saber que no es “inspirado por el Espíritu Santo”, a menos que actúe bajo la autoridad y dirección directa del Presidente de la Iglesia.
Cuando cualquiera, excepto el Presidente de la Iglesia , toma sobre sí la autoridad para declarar que cualquier doctrina de la Iglesia ha sido modificada, cambiada o derogada, podemos saber que no es “inspirado por el Espíritu Santo”, a menos que actúe bajo la autoridad y dirección directa del Presidente de la Iglesia.
Cuando cualquier hombre, excepto el Presidente de la Iglesia, toma sobre sí la autoridad para aclarar una doctrina sin resolver, entre dos o más doctrinas en disputa, y la proclama como la doctrina de la Iglesia, nosotros podemos saber que no ha sido “inspirado por el Espiritu Santo”, a menos que actúe bajo la autoridad y dirección directa del Presidente de la Iglesia.
De estas cosas nosotros podemos tener una confianza absoluta sin lugar a dudas o sutilezas.
Dios nos conceda el poder vivir de manera que siempre podamos estar “inspirados por el Espíritu Santo”, a fin de que siempre podamos detectar las falsas enseñanzas y así mantenernos en la fe que nos llevará a la inmortalidad y la vida eterna. Ruego humildemente, en nombre de aquel, a través de quien sólo, nos acercaremos al Padre. Amén.
muy buen articulo!!!! me gusta la forma clara que trata el tema, antes habia estudiado un poco respecto a este tema, y concuerdo con muchos puntos que vienen aqui expuesto..que bendicion tan grande contar con la guia del espiritu santo quien nos hara saber siempre si vamos por el camino correcto y nos testificara realmente de las cosas claras del reino,no habra duda en nosotros si nos dejamos guiar por el espiritu, por sera claro para nuestro entendimiento, y como en una ocacion dijoel profeta jose smith, “no habra nada que el Señor haga saber a mi, que no haga saber al menor de sus hijos”(bueno algo asi recuerdo la cita si estoy mal me corrijen porfavor), entonces siempre debemos buscar que el espiritu nos testifique que lo que hablan nuestros lideres es inspirado por el Señor.
saludos a todos!!!!
Bueno un poco fuera de tema pero en relacion con algunas tradiciones, a lo mejor para el sur del continente no tiene relevancia, pero en el norte de mexico por su cercania con los gringos, se permea la festividad de Halloween y entre las iglesias cristianas es muy polemico, ya que en los USA los miembros hacen ese festejo, e incluso las capillas son usadas para hacer fiestas de halloween, he buscado y por ningun lado hay algo que le diga a los miembros esta mal, e incluso he encontrado articulos del las revistas oficilales donde cuentan historias y se refieren a esa festividad y en las que tambien enseñan recetas y decoracion de calabazas. me gustaria saber que piensan algunos de ustedes al respecto de este tema, ya que en lo personal me pega directo ya que ese dia es mi cumpleaños y mi familia siempre hace alucion al halloween con pastel de ese tema y adornos de fantasmas y calabazas en mi casa
pucha que fome que hagan eso en tu cumpleaños…tu familia deberia valorar mas tu nacimiento que una tonta tradicion pagana…
http://www.cumorah.org/cumorah/2008/10/19/halloween-se-puede-o-no-se-puede/
Gracias Admin
Estimado admin:
Escribo esto a riesgo de parecer ridículo, pues pienso que podría ser el único en experimentarlo: ¿Y si cambias el color del texto de tus entradas? Cuando el texto es largo, se cansa la vista al leer las letras en un gris claro con fondo blanco, eso no pasa cuando solo escribes uno o dos párrafos, pero en entradas como ésta mis ojitos sufren. Tal vez algún otro lector pueda corroborarlo, tal vez.
Por otra parte, el tema de la entrada es fenomenal. Algo en lo que no se puede insistir demasiado es que somos nuestros propios agentes, que el poder está en nosotros y que debemos saber por nosotros mismos. Tenemos las herramientas para hacerlo, solamente debemos añadir nuestra voluntad de hacerlo.
Pucha si digo esto frente a mi pres de estaca u obispo capacito que me quiten la recomendación…ultimamente (no era asi antes) desde el pulpito han repetido una y otra vez que ellos son hombres inspirados por Dios y que no debemos “dudar” de ellos por que son hombres dignos elegidos por Dios y blablabla… y muchas veces yo no siento eso…. debe ser que al vanagloriarse me choca eso… no veo humildad en sus frases sino opresión y rigidez…así no estoy acostumbrada a vivir el evangelio, no me siento bien.
En el manual de enseñanza para los maestros dice que el espiritu inspirará al maestro a enseñar lo que tenga que enseñar y de la manera correcta si busca la inspiración de él, el ES llegará a él. Ambos (maestro y alumno) se fortalecerán y se nutrirán mutualmente. No hay nadie mejor para enseñar y confirmar que algo es verdadero o bueno que el mismo E.S.
Admin: Mil gracias por lo del texto.
El articulo; excelente!! Lo mejor que lei hasta el dia de hoy en Cumorah sin dudarlo.. (el traductor fallo un par de veces pero eso no le quita valor).
Y hablando del tema en si, me causa alivio y hasta alegria saber que lo que yo siempre pense es sostenido por un apostol de Señor. Que es el saber que la veracidad de una declaracion de un lider o autoridad general depende siempre de si nosotros tenemos el Espiritu o no, para que este nos confirme o nos lo niegue…
Resumiendo, DyC 50 21-22; justo 2 de los versiculos q yo le cite a lucho hablando de esto mismo en otro post… 🙂
Y por ultimo; cuan bien vendría que alguna vez en algún discurso de reunión dominical (y si esta el presidente de estaca mejor!!!); se leyera completita la segunda cita que aqui se da del Pte Young. Especialmente el primer y ultimo parrafos: “Tengo un gran temor de que esta gente tenga tanta confianza en sus líderes que no pregunten por sí mismos a Dios si ellos son dirigidos por Él.”
Y: “Dejen que cada hombre y cada mujer sepan por sí mismos, por los susurros del Espíritu de Dios, si sus líderes están caminando en el camino que el Señor ha dictado, o no.”
Me pregunto si incluso aun después de citarlo al bueno de Brigham me acusarían de apostasía… jejeje!!!