Por el Obispo Jaime Castillo
Queridos Hermanos, quisiera pedir al Señor que pueda expresar de la mejor manera lo que nuestro Padre desea que entendamos y apliquemos en nuestras Vidas. Seguro estoy que todos nosotros queremos ser felices.
Satanás muestra la posibilidad de ser felices a través de los principios del egoísmo y servirse a uno mismo, sin tomar en consideración al prójimo. El Mundo enseña atractivamente el Poder, la vanidad, las posesiones materiales, la satisfacción sensual como la fuente de la Felicidad.
El Plan de Felicidad muestra en cambio el camino del Gozo a través del Servicio a los demás, y el desprendernos de nuestro orgullo y egoísmo como el camino para encontrar la Felicidad.
La felicidad corresponde al GOZO, que en la Guía de Estudio de Escrituras se define como una condición de gran felicidad, que es el resultado de vivir con rectitud. Corresponde a una condición de alegría y paz interior que se proyecta en nuestras acciones, en nuestro vivir, en lo que hacemos y como lo hacemos.
No olvidemos que la finalidad de la vida terrenal es que todos tengan gozo (2 Nefi 2: 22-25.).
Recordemos también que el Gozo pleno se recibe solamente por medio de Jesucristo (Juan 15:11; D y C 93:33-34; 101:36).
Amados Hermanos: Todos nosotros tenemos un patrimonio, una herencia familiar cultural, étnica, social; y algunas veces las tradiciones no se encuentran en concordancia con los principios del Evangelio de Jesucristo.
Muchas veces además tenemos gustos y conductas que nos apartan de nuestro camino de salvación.
Hay ocasiones en las que debemos realizar ajustes en nuestras vidas para acercarnos a nuestro Padre Celestial, a modo de ejemplo citaré el no asistir a espectáculos los días Domingo, o para los jóvenes los hábitos en el vestir o las salidas de fin de semana.
Debemos pensar siempre que nuestro factor de unión y fortaleza son las enseñanzas de Jesucristo, es nuestro estandarte al ser miembros de su Reino, y no las enseñanzas y costumbres del Mundo.
Debemos revisar si nuestras costumbres están en concordancia con nuestra condición de miembros de su Iglesia, de ser sus discípulos, debemos elegir de acuerdo con Jesucristo y desechar aquellos hábitos o costumbres contrarios a las enseñanzas de Dios.
Solo al tener fidelidad a la condición de miembro y sentir las enseñanzas de nuestro Salvador Jesucristo como el cimiento de nuestras vidas, eliminaremos las barreras que nos separan de la Felicidad y la Paz interior. Solo al comer de su fruto, tendremos un gozo inmenso ( 1 Nefi 8:12).
Con convicción y Fe se pueden abandonar tradiciones en conflicto con la Ley de Dios, como se citan en las Escrituras en el ejemplo de Abraham al bendecir su heredad, o la conversión del pueblo lamanita citado en Alma 24: 7-9; o la historia del profeta Ammón al convertir al Rey Lamoni en Alma 18:24-41 y 19:35 y 36.
Como el Presidente Hunter enseñara: Algunas de las decisiones que tomen serán fundamentales y pueden afectar todo el curso de sus vidas, seleccionen sus posibilidades de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo, si tenemos Fe y somos dignos de recibir inspiración, tendremos guía en estas decisiones.
El progreso personal, la búsqueda de la perfección, pasa por estudiar con detención las escrituras y el consejo de los Profetas a objeto de entender como desea el Señor que vivamos, y luego examinar cada aspecto de nuestras vidas y hacer los cambios que se requieran.
En este ámbito quiero citar dos puntos centrales: La Familia y la Interacción con el Prójimo en todo sentido.
El Plan de nuestro Padre se expresa en las palabras de su Hijo: “He aquí… os digo: Sed uno; y si nos sois uno, no sois míos”. (D y C 38:27).
Brigham Young:
“La perfecta unión salvará a la gente, porque los seres inteligentes solo podrán llegar a ser perfectamente unidos… si se comportan en base a los principios de la vida eterna. Los inicuos podrán estar parcialmente unidos al hacer el mal; pero el principio mismo que parcialmente los une sembrará entre ellos la contención… que destruirá el arreglo temporario. Solamente la verdad y la rectitud pueden asegurar una continuidad perfecta de unión, porque sólo la verdad y aquellos que sean santificados por ella podrán morar en la gloria celestial.
Examinemos cada uno nuestras vidas, los cambios si va haber alguno, parten en el Hogar. Es allí donde se aprende la verdad, se cultiva la integridad, se inculca la disciplina y se nutre el amor (Liahiona, Enero 1999, pag. 117).
Los principios sencillos y claros del Evangelio son los más importantes y gloriosos, y son los que se deben establecer en la Vida familiar a modo de asegurar nuestra Felicidad familiar.
En “La Familia, una proclamación para el Mundo”, se lee: Los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y se mantienen sobre los principios de la fe, la oración, el arrepentimiento, el perdón, el respeto, el amor, la compasión, el trabajo y las actividades recreativas edificantes.
La mayoría de estos principios se encuentran interconectados y el poder que hace posible que se puedan incorporar en nuestra vida proviene del sacrificio expiatorio de nuestro Salvador Jesucristo. Estos principios incorporados actuarán entonces como una Luz que iluminará a cada uno de los miembros de la Familia, llevando a incorporar otros valores y principios relacionados que fortalecerán aún mas los lazos familiares, porque sabemos que “el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto” (D y C. 50:24).
Si logramos establecer a nuestras familias en estos principios, observaremos el poderoso impacto de ellos en muchas situaciones que afectan nuestros hogares día a día, y veremos que las heridas ocasionadas por los roces de la convivencia podrán sanar, las ofensas se perdonarán y el orgullo y el egoísmo serán reemplazados por la humildad, la compasión y el amor.
Recordemos siempre que aquellos principios que decidamos incorporar en nuestras vidas determinarán la forma en que nos relacionamos con los demás, irradiaremos la influencia que este principio tiene en nosotros y los demás podrán percibirlo, y desde luego nuestros hijos podrán percibirlo. (Mormón 1:19).
LOS EFECTOS DE LA EXPIACIÓN
En un mundo de valores cambiantes, donde a lo malo se le dice bueno y a lo bueno malo (Isaías 5:20), las palabras de Mormón nos llenan de esperanza y confianza al conocer que Jesucristo “reclama a todos los que tienen fe en él; y los que tengan fe en él se allegarán a todo lo bueno” (Moroni 7:28).
Esa fe nos hace aferrarnos a todo lo bueno y viene del estudio de las escrituras (Romanos 10:17)., y esa palabra se escucha con poder en la Noche de Hogar y en el estudio familiar de las escrituras. No hay mejor lugar para edificar la fe que el Hogar, donde las lecciones encuentran aplicaciones prácticas.
Es en el Hogar donde se aprende que la Fe se encuentra íntimamente ligada a la expiación, que nos da la fortaleza para el arrepentimiento. (Alma 34:15 y 16).
El arrepentimiento, ese cambio de corazón que experimentara el pueblo del rey Benjamín, nos lleva a alejarnos del pecado y hacer su voluntad.
Una vez que Dios acepta el arrepentimiento llegamos a participar de sus ordenanzas, como el bautismo, confirmación, y renovación de los mismos al participar con dignidad de la Santa Cena, haciéndose efectiva la remisión de nuestros pecados.
Después de recibir la remisión de nuestros pecados y esforzarnos por retenerla mediante la obediencia “ A TODOS LOS MANDAMIENTOS DE DIOS” recibiremos la “mansedumbre y Humildad de corazón”, “que permite la visitación del Espíritu Santo, el cual nos llenará de esperanza y amor perfecto” (Moroni 8:26).
EL MANSO Y HUMILDE DE CORAZÓN.
La persona que obtiene mansedumbre y humildad de corazón, y que por lo tanto goza de la compañía del Espíritu, no tendrá el deseo de ofender ni dañar a los demás, ni tampoco se sentirá herida por las ofensas que reciba de ellos, no será ofendible.
No tendrá el deseo de guardar en su corazón basura espiritual, que corresponde a todas aquellas experiencias que intentan alejar el espíritu en nuestras decisiones al acercarnos más a nuestro hombre o mujer natural, y entonces su capacidad para perdonar será mayor al perdonar todas las veces que sea necesario, cualquiera sea la ofensa.
Esta persona mansa y humilde tratará con amor y respeto a su cónyuge y a sus hijos, a sus compañeros de trabajo o estudios, y todos aquellos que se relacionen con él o ella, y se convertirá en un ejemplo a seguir.
Al ocupar cargos de liderazgo, ejercerá su poder y autoridad con amor y consideración, demostrando que es la misma persona dondequiera que esté.
Hermanos:
Los principios de la fe, la oración, el amor, el arrepentimiento, el perdón; se viven en este proceso que acabamos de describir día a día, y se convierten en el mejor antídoto para la enfermedad del pecado, que se manifiesta en las familias, en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad, a través de diversas manifestaciones de conducta que hablan de inmoralidad, orgullo, resentimiento, rencor, envidia, contención, abuso, deshonestidad, intolerancia, egoísmo, etc.., que afectan las relaciones familiares y de hermandad en la Fe.
La decisión de incorporar los principios en nuestra vida forma parte del albedrío, basados en los principios básicos del Evangelio de Salvación.
Esto lo aplican día a día todos aquellos que depositan su confianza en el Señor, y que quieren ser dignos de su confianza.
Satanás y el Mundo muestran una forma egoísta de disfrutar de la Vida, legitimando el entretenimiento y el placer a cualquier precio, concentrándonos en seres individuales buscando la mayor satisfacción temporal posible.
Yo tengo la certeza que la Felicidad se obtiene y perdura a través de la Obediencia a los Principios del Evangelio y de perseverar hasta el Fin, haciendo lo que esté a nuestro alcance para magnificar su Obra, entendiendo los principios de Servicio de los discípulos de Cristo, y sometiéndonos a su Voluntad.
En Administración de Negocios se enseña que para tomar decisiones hay 4 aspectos a considerar, 2 que son Personales o Empresariales y 2 que son Ambientales o Externos.
Esto se abrevia como FODA y creo a modo de ejemplo que puede aplicarse así y que cada uno piense en estos conceptos y en otros muchos más:
F= Fortalezas personales: Por ejemplo la Fe, nuestra conversión, nuestro testimonio, y nuestros dones y talentos, nuestra disposición a trabajar en la Obra.
D= Debilidades personales. Corresponde a nuestro Hombre natural tentable y nuestras limitaciones.
O= Oportunidades. El Plan de Salvación. El Evangelio. Jesucristo. Su Iglesia. Llamamientos de Servicio. Los mandamientos.
A= Amenazas. Todo aquello que El Mundo y su Poder hacen para alejarnos de su Iglesia.
Solo a través de Cristo lograremos ser felices en forma permanente, recibiremos con humildad los momentos a atesorar como experiencias de Vida, aceptaremos de mejor manera las pruebas y la adversidad y tendremos la disposición de hacer los ajustes que requiere nuestra vida para seguir progresando como discípulos de Cristo.
¿No hay otra manera?. No, no la hay ni la habrá.
Amo esta Obra, y siempre estaré en deuda con mi Salvador Jesucristo.
¿Ha mandado él a alguien a esta Tierra para que no participe de su salvación?.
No, y ha mandado a su pueblo (es decir, a nosotros, que somos su pueblo) que persuada a todos los hombres a que se arrepientan. (2 Nefi 26:27).
Entonces:
¿Cómo derribo las barreras que me separan de la Felicidad?.
VIVIENDO VIDAS RECTAS.
SIENDO FIELES, OBEDIENTES, Y PERSEVERANDO HASTA EL FIN.
Somos todos Hijos de un Padre Celestial amoroso que espera que regresemos a su presencia, le ruego al Padre que podamos entender mejor el camino a recorrer, que podamos ser más obedientes y dedicados, y que hagamos lo que debemos hacer Y QUE HAGAMOS TODOS LOS CAMBIOS QUE SE REQUIERAN para poder tener mansedumbre y humildad de corazón y la compañía del Espíritu.
La verdadera felicidad aleja el temor, porque ya no depende de lo que nos toque vivir, sino de cómo lo vivamos, se asocia a nuestra conducta y no a la conducta de otros.
La Felicidad verdadera permite sentirse agradecido y bendecido por el Regalo de la Vida terrenal como una oportunidad de progreso espiritual para cada uno de nosotros.
Solo con mansedumbre y humildad de corazón lograremos aún en momentos de aflicción y adversidad entender el propósito de todas las cosas, y al poder disfrutar de la compañía del espíritu santo, él actuará en nosotros como un orientador y como nuestro guía, y nos brindará paz y consuelo.
Esto solo se logra en la medida que la Obediencia a los Mandamientos de nuestro padre Celestial determine un cambio en nuestro corazón, y que perseveremos en el sendero de salvación.
No nos olvidemos, existe el Hombre para que tenga Gozo.
El propósito de la Vida es que seamos felices.
Le ruego al Padre Celestial con mucha humildad, que por más dura y cruel la Jornada parezca para muchos de sus hijos, que cada uno de nosotros siga adelante, y pueda siempre aferrarse a Jesucristo y perseverar hasta el Fin.
En el nombre de Jesucristo.
Amén.
simplemente gracias
Excelente un articulo muy practico!!!
Gracias.