APACIENTA MIS OVEJAS
Reflecciones acerca de la obra misional
Presidente Gordon B. Hinckley De una transmisión vía satélite ofrecida el 21 de Febrero, 1999
En cuanto a la concurrencia que anticipábamos, este probablemente sea el mayor numero de personas que jamás se hayan congregado en relación con la obra misional. El tabernáculo esta repleto; casi todo los 59.000 misioneros regulares en todo el mundo podrán ver el desarrollo de esta reunión. Además, miles, centenares de miles de oficiales de la Iglesia que tienen interés y responsabilidad en esta obra se han reunido hoy para estar con nosotros o recibirán más tarde esta conferencia. Quiero advertirles que mi discurso va a ser un poco extenso. Soy un hombre anciano ya y no sé cuanto tiempo más habré de vivir, y por tanto quiero decir lo que tengo que decirles mientras posea la energía para hacerlo. No sé cuando podré dar otra vez un discurso tan largo como éste. Voy a darles en realidad dos discursos, con un himno entre uno y el otro. En total, tomaré unos 40 minutos. Así que, habiéndoles advertido esto, quizás algunos de ustedes quieran ponerse cómodos. ¡Qué duerman bien!
Días pasados estuve hablando con uno de los conversos más entusiastas que jamás he conocido. Nos encontrábamos en Chicago para asistir a una reunión que congregó a unos 20.000 miembros de la Iglesia en el United Center, donde juegan básquetbol los Chicago Bulls. Randy Chiostri, un miembro nuevo de la Iglesia, nos llevó de un lado a otro mientas estábamos allí. Durante los largos recorridos que pasamos en el pesado tráfico de Chicago, habló acerca de la obra misional, elogiando a la Iglesia como la institución más maravillosa del mundo, refiriéndose al Evangelio y al plan de salvación como la cosa más grande que jamás había recibido en su vida. Randy conoció la Iglesia cuando empezó a salir con Nancy. La llevó a cenar y en ésa, su primera cita, ella dijo que no bebía licor. No quiso tomar vino. Que extraño, pensó Randy; Ella le explicó que eso era contrario a su religión. El fumar tampoco era aceptable. Entonces la religión de ella pasó a ser el tema de sus conversaciones.
Se casaron al año de aquella primera cita, pero el no podía aceptar la religión de ella. Le tomó casi ocho años superar sus dudas. Una pareja de misioneros tras otra le enseñaron y, finalmente, fue favorecido por el Espíritu y se bautizó en marzo del año pasado.
Randy visito el Cerro Cumorah y también Nauvoo. Me dijo: “He visitado 17 templos. Los he visto por fuera, pero todavía no he entrado en ninguno”. Ha ido a cada templo que ha podido y ahora espera anhelosamente el día en que podrá visitarlos por dentro. Esa primera visita de él, en Chicago, tendrá lugar en abril próximo. Recibirá su investidura y al día siguiente el y Nancy serán sellados.
A Randy lo pusieron a trabajar inmediatamente después de su bautismo. Fue ordenado al sacerdocio Aarónico y unos nueve meses más tarde lo ordenaron élder en el Sacerdocio de Melquisedec. Ama a la Iglesia. Le apasiona el amor por el Evangelio, el cual ha pasado a ser su principal interés en la vida. No puede dejar de hablar al respecto. Todas las noches y todas las mañanas se pone de rodillas y agradece al Señor esa maravilla que ha recibido en su vida.
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