
Este es un tema sobre el cual no pensaba escribir, pero la semana pasada se me pidió que diera una clase en el Sacerdocio basada en el mensaje de la Conferencia General del Élder Oaks y me quedó dando vuelta el tema.
En el Jardín de Edén el Señor efectuó el primer matrimonio entre Adán y Eva, y con las palabras que el pronunció anunció la naturaleza eterna e indisoluble del matrimonio:
“No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea para él” (Génesis 2:18)
“Entonces Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.
Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre
Dijo entonces Adán: esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:21-24).
Que hermosa manera de describirlo, el marido y mujer son una sola carne, es decir que los deseos, metas y aspiraciones de uno deben ser también los del otro…lo que le causa dolor a uno también le causa dolor al otro pues son un mismo cuerpo…
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